El 82% de las empresas que existen en el territorio son pymes y pertenecen principalmente a los rubros comercio, transporte, actividades inmobiliarias y agricultura, sector este último que se encuentra muy poco diversificado. Además, históricamente ha tenido menos acceso a programas de apoyo de instituciones públicas que el resto del país y sus ventas son 45% más bajas que el promedio nacional. Evidentemente, este cuadro se ha agudizado por la pandemia, y pese a los programas de ayuda y su buena ejecución a nivel local, la situación de muchas pymes es compleja y como lo advirtió esta semana el Banco Central, recomponer su posición financiera, que se ha visto deteriorada al reducirse los ahorros y aumentado el endeudamiento, será el gran desafío que enfrentará el país el próximo año.
Lo anterior plantea, por un lado, el desafío de seguir potenciando la implementación de programas estatales, de capacitación de las pymes que no han logrado digitalizar sus operaciones, lo mismo que sus empleados y de acceso a mercados nacionales e internacionales, así como también los procesos de encadenamiento productivo.
En consecuencia, será misión de los diferentes niveles de Gobierno de la Región -y también de los municipios- interactuar con los emprendedores, promoviendo la construcción de espacios territoriales que favorezcan una recuperación lo más integral posible de los propios territorios, y de ahí retomar el camino a una mayor competitividad y el desarrollo a largo plazo de las pequeñas y medianas empresas locales.
Hasta ahora los programas de Gobierno solo han podido cubrir los requerimientos de un 20% de las mipymes, con montos en muchos casos menores a un mes de ventas, mientras que la oferta de crédito de mayor plazo llegó de forma tardía y tiene precondiciones que excluye a muchas pequeñas empresas.
Igualmente preocupante es que por cada unidad legal exista una informal, por lo que en paralelo al salvataje se requiere seguir destinando recursos para lograr la formalización de estos emprendimientos. Vale mencionar que la última encuesta de empleo del INE estimó el empleo informal en 31,8%, registrando un alza de 3,1 puntos en 12 meses.
Una Región que nació con los niveles de pobreza que exhibe Ñuble, no puede distraerse del objetivo de crecer, y ese crecimiento requiere proteger a las pymes de sus 21 comunas, por lo que la definición de ayudas e incentivos debe ser equitativa, desprovista de sesgos políticos y responder a una visión estratégica del desarrollo regional. Finalmente, para tener mejores Pymes no se puede desatender el desafío cultural, consistente en establecer una estrategia de fomento del emprendimiento, con especial foco en el sistema educativo y las nuevas generaciones. Desarrollar una cultura emprendedora toma tiempo y requiere de generosidad y altura de miras de las autoridades de turno, que deben comprender que estamos hablando de algo más que crecimiento económico, sino que del único círculo virtuoso que puede promover el desarrollo social de la Región.
