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Respuesta verde

Cristian Cáceres

Llegamos al último mes de este fatídico 2020 y sobran los interrogantes y escasean las certezas. La merma de los ingresos, la pérdida del empleo, las deudas acumuladas, la preocupación por familiares o amigos enfermos, son apenas algunas de las situaciones con las que miles de chillanejos y chillanejas lidian cotidianamente. Como han explicado profesionales entrevistados por La Discusión, no se trata solamente del encierro, que obviamente perjudica y mucho, sino de la pandemia que lo precede y sus ramificaciones que afectan a todo el tejido social.

Por lo mismo, los expertos advierten sobre complicaciones que excederán en el tiempo a la misma crisis sanitaria por el covid-19 y que requieren respuestas que van más allá de lo estrictamente sanitario, también sobre las condiciones de vida y el entorno en el cual se vive y que en muchos casos es sinónimo de hacinamiento, barrios con calles y veredas en mal estado, con poco acceso a parques u otras áreas verdes y que se encuentran alejados de colegios, centros de salud y servicios públicos.

El tema no es menor, pues al observar la forma en que discurre la vida “urbana” en la capital de Ñuble se constata que la desigualdad de los entornos y barrios también producen daño psicosocial, y afecta con mayor impacto a los sectores vulnerables.

Se trata entonces de un tema de especial importancia para el futuro de las nuevas generaciones y por ello es clave que el próximo gobierno comunal actúe con mayor decisión en esta materia y de forma coherente con la evidencia que han arrojado costosos estudios que dieron paso a instrumentos de planificación vigentes, como el Plan de Desarrollo Comunal (Pladeco) y el Plan Regulador Intercomunal (Prich).

La próxima administración municipal deberá ser capaz de sacar adelante una planificación a mediano y largo plazo, aprovechando el enorme potencial que tiene la comuna, tal como lo reconocieron los especialistas que tuvieron a su cargo la actualización del Prich, que estimaron que hay 930 hectáreas factibles de convertir en parques, existiendo incluso la posibilidad de integrar la ribera del río Chillán.

Después de una década perdida en este tema, al menos resulta alentador que estos estudios identifiquen tales oportunidades, pero de nada servirán si el próximo gobierno local comete los mismos errores del actual y no traza una hoja de ruta que trascienda los límites temporales de los períodos ordinarios de la gestión alcaldicia y, sobre todo, si no se establecen los tiempos para desarrollarla y una forma de verdad transparente de evaluar los objetivos y las metas propuestas.

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