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Respeto por los años

La pandemia del coronavirus es un acontecimiento que ha dejado en evidencia viejas formas de maltrato social hacia las mujeres y hombres de mayor edad. “Abandono y desatención que ponen en peligro su vida o su integridad física, psíquica y moral”, advirtió la OMS en un reciente documento sobre los grupos más vulnerables de esta crisis sanitaria.

Lamentablemente, hemos ido olvidando el respeto por quienes nos antecedieron, ignorándolos o denostándolos, tanto en la dimensión privada y familiar, como la colectiva. Podemos verlo a lo largo de la pandemia, donde las personas mayores fueron presentadas como sujetos frágiles, sin capacidad de decidir, sin conciencia de los riesgos a que se hallaban expuestas y carentes de aptitudes para comprender las medidas preventivas y de autocuidado. Sin embargo, ha sido todo lo contrario. El grupo poblacional que presentó mayor dificultad para seguir las reglas y contribuir al bienestar general fue el de las personas jóvenes, mientras que se ve un alto grado de cumplimiento de las normas sanitarias a medida que aumenta la edad.

Sin embargo, las disposiciones restrictivas se focalizaron en los mayores, revelando que las políticas públicas también se arman con estos estereotipos descalificadores de la vejez, que son finalmente un tipo de abuso difícil de identificar, advierten los especialistas. Es una especie de maltrato que aparece encubierto bajo argumentos de protección por tratarse del grupo considerado de riesgo.

La denominada “situación de emergencia, catástrofe o desastre” que corresponde a situaciones de maltrato en el marco de la contingencia sanitaria que vive el país, seguida por violencia intrafamiliar y derivadas del Poder Judicial, aumentaron el año pasado y concentraron la mayoría de las denuncias y casos que llegaron al Servicio Nacional del Adulto Mayor.

Tales estadísticas, sin embargo, son engañosas, pues en el fenómeno del maltrato intrafamiliar a los mayores esconde una enorme cifra negra, pues está ampliamente comprobado que la tercera edad es el segmento que menos posibilidades tiene de encauzar denuncias, ya sea por ignorancia, porque físicamente están impedidos de hacerlo o porque tienen temor de hacerlo y generar conflictos con sus familiares.

El rol de la persona mayor ha sido diverso y, también contradictorio, durante el desarrollo de la civilización. En algunas culturas, ese papel fue y sigue siendo admirado y considerado sabio, al punto de confiar en los mayores como consejeros de vida y de las altas políticas. En otras, se trata a los hombres y mujeres como una carga para la sociedad, cuando no para algunas familias. En Chile estamos dando un ejemplo penoso de la segunda.

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