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Reconversión

24. ENERO, 2015. LAJA. Una vez pisada, se lanza al viento la paja para separarla del trigo. Así se hace en la Trilla a Yegua Suelta que se realizó en el sector Quelén Quelen que en su versión decimotercera, contó con una masiva presencia de público de la comuna de Laja, provincia del Bíobio. La fiesta costumbrista organizada por el municipio local, también tuvo una serie de comidas típicas preparada en las numerosas cocinerias instaladas en la gran carpa comedor.Foto CESAR JARA/ AGENCIAUNO.

La reconversión de cultivos representa la gran oportunidad de desarrollo de la agricultura de Ñuble. Así lo han planteado diferentes especialistas, locales y foráneos que reconocen el gran potencial de nuestra región.

Sin embargo, abordar este cambio supone también enfrentar desafíos ineludibles que han acompañado por largo tiempo al agro local, como aumentar la competitividad, extender la superficie regada, fortalecer a la pequeña agricultura, fomentar la asociatividad y facilitar el acceso a financiamiento para la inversión, así como el ordenamiento territorial, el manejo de cuencas y la reducción de la contaminación ambiental.

Migrar desde cultivos tradicionales como el trigo o el maíz, a otros más rentables como los frutales, los semilleros o las hortalizas, entre otros, permitiría aumentar los ingresos de los productores, crear más empleos y robustecer la agroindustria y los servicios asociados, lo que en definitiva permearía a toda la economía regional.

Pero la reconversión no es solo una decisión económica, pues también hay involucrados elementos culturales, que se asocian a una forma de vida en el mundo rural, así como también podría representar una amenaza para la seguridad alimentaria del país, dado que ello significaría profundizar aún más la progresiva reducción de la superficie de cultivos básicos, provocada en gran medida por un mercado con grandes distorsiones de precios, con prácticas abusivas por parte de la industria y con la competencia -en algunos casos desleal- de productos importados a precios inferiores.

En ese sentido, la reconversión requiere un impulso no menor por parte del Estado, que se traduzca en un política de fomento efectiva, que considere herramientas financieras y técnicas tanto para pequeños como medianos agricultores, a partir de un diagnóstico de las potencialidades del territorio, y una estrategia regional integral que aborde los desafíos clave, por ejemplo, en materia de competitividad, donde el rezago en conectividad y capital humano podría frustrar el logro de este objetivo.

Gremios empresariales, como la Asociación de Agricultores de Ñuble y Fedefruta, vienen advirtiendo hace algún tiempo la necesidad de avanzar en la reconversión, así como en el recambio varietal, como temas urgentes para el rubro, para lo cual han planteado a las autoridades en reiteradas oportunidades la importancia de contar con un plan de fomento a nivel nacional, tal como existió durante cuatro décadas una ley de fomento a la forestación, aunque a diferencia de esta última, lo que se pide no son subsidios, sino que la generación de instrumentos de financiamiento acordes a la realidad del agro, considerando la elevada inversión que demanda la instalación de huertos y que muchos frutales comienzan a producir recién al cuarto año.

Es de esperar que esta oportunidad que representa la reconversión de cultivos no se quede solo en discursos y buenas intenciones, sino que venga acompañada de recursos para abordar este gran desafío, de manera que Ñuble pueda aprovecharla para superar la pobreza rural y el alto desempleo que porfiadamente conviven en nuestro fértil territorio.

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