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¿Quiénes son los 4,6 millones de nuevos votantes que evidenció el voto obligatorio?

Más de 13 millones de personas (13.024.792) emitieron su sufragio en Chile y el extranjero en el último plebiscito Constitucional. Esto significó que ‘ingresaran’ 4.660.311 personas nuevas respecto de la segunda vuelta Presidencial de diciembre, cuando sufragaron 8.364.481 personas.

Es decir, más de 4,6 millones de sufragantes que de mantenerse el voto obligatorio -que es lo más probable que ocurra, debido a que ya existe un acuerdo transversal en el congreso para darle urgencia al proyecto respectivo que se encuentra en segundo trámite en el Senado-; deberán participar en todos los siguientes comicios: eventual elección de nuevos constituyentes; plebiscito de salida; y elecciones municipales, regionales, parlamentarias y Presidenciales. Es decir, se sumará a las decisiones un grupo que hasta ahora se había ‘auto excluido’, y que podría ser determinante a la hora de los resultados.

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En la Región de Ñuble, en la pasada segunda vuelta Presidencial de 2021, sufragaron 235.908 personas. En el plebiscito del 4 de septiembre, la cifra de participación aumentó a 387.418 sufragantes. De ellos, 151.510 no lo habían hecho en diciembre pasado, es decir, se convirtieron en “nuevos votantes”, lo que equivale al 34,8% del total de personas que concurrió a las urnas para el plebiscito de salida.

Padrón “retomó su equilibrio”

Según el experto en campañas políticas locales, Rodrigo Landa, “para poder inferir qué tipo de votantes se sumaría o retornaría a la participación electoral (muchos votaron antes del año 2012, cuando también era obligatorio hacerlo), los expertos analizaron las respuestas de las personas en los diferentes estudios de opinión, el comportamiento histórico de las elecciones y el contexto político-social. De ahí se desprenden como factores de incidencia el proyecto de georreferenciación, que beneficiaba principalmente a las personas con mayores problemas de desplazamiento; la normalidad pandémica, que había sido un factor restrictivo en las elecciones anteriores; la relevancia de la elección y el largo tiempo de discusión constitucional, con un país politizado y polarizado, cargado de un voto más afectivo y pasional; el temor a la aplicación de multas y la sensibilidad frente a problemáticas donde el Gobierno no habría cumplido con ciertas expectativas. Con todo ese panorama, las personas que esta vez se sumaron a votar y que, en su mayoría, no lo habían hecho desde hace más de una década, son mayores a 50 años y de grupos medios-bajos y más vulnerables. Tienden a no identificarse con el clivaje tradicional de la política entre derecha e izquierda, desconfían de las estructuras de poder y son mucho más sensibles a la coyuntura económica y social. En el pasado, los adultos mayores estaban sobrerrepresentados por la apatía de los jóvenes, fenómeno que terminó en el Plebiscito de entrada y en la elección del Presidente Boric, donde los jóvenes influyeron en ambos procesos”, afirmó.

¿Qué pasó el 4 de septiembre? Landa sostuvo que “el padrón efectivo de votantes retomó el equilibrio y distribución histórica, con el retorno de adultos y adultos mayores. El plebiscito de salida fue una elección inédita en muchas décadas de nuestra historia política, incluso considerando el plebiscito del Sí y el No del año 88. Si bien la carga simbólica de esa elección (año 88) fue más importante, el último Plebiscito se caracterizó por ser la única elección donde, además de opciones, elegimos contenidos. Ese carácter exclusivo de este proceso nos imposibilita establecer modelos para futuras elecciones, donde en su gran mayoría serán opciones entre personas o candidatos. Y esas elecciones se enfrentan con análisis y estrategias caso a caso.

Sería un error concluir que porque ganó el Rechazo, en las próximas elecciones los sectores de derecha obtendrán mayor votación o que los candidatos deberán proponer ideas más conservadoras”, aseveró.

Sí puede ser un factor, añadió, “la composición demográfica de los votantes que, en caso de continuar el sistema obligatorio, hay una alta probabilidad que asistan a votar en la misma proporción que lo hicieron el 4 de septiembre”.

Respecto del riesgo que este nuevo votante pueda verse seducido por opciones populistas, Rodrigo Landa aseveró que “el riesgo del populismo siempre está latente, tal como ha ocurrido en varios países hermanos o en algunas políticas internas, como los retiros, que lograron una amplia adhesión ciudadana. Sin embargo, al considerar el perfil psicográfico del votante que regresó a la votación el 4 de septiembre, considero que éste es más proclive a la alternancia y a las condiciones coyunturales que se vayan dando en el país. Al estar más desafectados de la política, van a actuar de acuerdo al momento social, y si ese momento es adverso para ellos, podrían incidir perfectamente en el resultado de una elección Presidencial y parlamentaria. A nivel municipal, son otras las consideraciones en juego”, manifestó.

Nueva relación partidos/electorado

Para el director del Centro de Políticas Públicas de la U. Católica de Temuco, Cristian Quiroz, el retorno del voto obligatorio “tuvo beneficios para el sistema democrático, como la reducción de sesgos, sub o sobrerepresentación en algunos casos, mayor legitimidad y representatividad de los resultados, además de exigir un oferta electoral distinta. En este último caso, aparece una paradoja: por un lado, se pudiese pensar en que un electorado mayor demanda más contenidos, programas, ideas más sustantivas, pero por otro, la entrada en escena de un alto número de votantes con poca o nada formación e interés en la política, fue un espacio propicio para la expansión de noticias falsas, verdades a medias y discursos demagógicos”, aseveró.

De mantenerse este contexto, añadió, “exige un cambio en las estrategias de comunicación y de relación de los partidos con el electorado. Esto significa una caracterización de estos nuevos nichos, intentando conocer expectativas, intereses, temores y relacionándose con personas que no están predispuestas a ese vínculo, lo que dificulta el escenario”, advirtió.

Según Quiroz, “este espacio más amplio y menos politizado puede favorecer discursos de corte demagógico que enciendan expectativas sin importar la viabilidad de su ejecución, en donde los recursos marcarán más diferencias aún, pues llegar con un mensaje a un electorado más amplio es más caro y sofisticado, pues no es un solo nicho conocido el que recibirá las propuestas. En el corto plazo, el discurso simplista y demagógico puede tener éxito, pero no es sostenible en el tiempo, por tanto el voto obligatorio y la masificación de la participación electoral determinarán en el mediano plazo una mejor calidad de la política”, sostuvo.

“No son antisistema”

Jeanne Simon, politóloga y académica de la U. de Concepción, afirmó que “considerando que el/la nuevo(a) votante no había votado en elecciones anteriores, podemos decir que son apolíticos/as. Corresponden a los y las chilenas que se ubican en el centro, y no tienen identificación partidaria, y en general, no son antisistema”.

Agregó que por la masividad del voto del Rechazo, “no se observan diferencias significativas según sexo, nivel de ingresos, o región con las excepciones de las 8 comunas que votaron Apruebo. Igual, por la composición del electorado, seguramente corresponden principalmente a los grupos socioeconómicos medios-bajos y bajos”, aseveró.

Por todo lo anterior, dijo Simon, “yo caracterizo al nuevo votante como un/una ciudadano/a responsable en lo económico (paga impuestos, trabaja) y no interesado/a en (o desconfía de) la política y los partidos políticos. Son responsables, porque con voto obligatorio, votaron. Algunos seguramente se acercan a la posición del Partido de la Gente y sus intereses son trabajar tranquilos y respetar las reglas que han estructurado sus decisiones. Valoran la autosuficiencia. Seguramente son solidarios/as con sus cercanos, pero no con todo el mundo. En este sentido, seguramente estarán a favor de cambios/modificaciones en la Constitución”, manifestó.

Lo que sí advierte Jeanne Simon, es que no hay seguridad de si seguirán votando si no hay voto obligatorio. “Con voto obligatorio, los partidos y candidatos/as tendrán que poner mas atención. Requiere conocerlos, y seguramente veremos encuestas que nos permitan comprender mejor a estos nuevos votantes”, expresó.

Respecto de si serían más susceptibles de adherir a un discurso populista, dijo que “definitivamente sí, su desconfianza en las instituciones y los partidos políticos facilitan un discurso populista basado en la élite versus la gente. Al mismo tiempo, su desconfianza hacia los partidos, facilita apertura hacia candidatos/as populistas”, planteó.

Debieran ser personas más conservadoras”

Según la experta en Marketing Político, Paulina Pinchart, “lo primero que caracteriza a este nuevo segmento de votantes es que no es apolítico, sino más bien no percibe que la política pueda interferir en su vida, ni para mejor ni para peor. Son aquellos que dicen ‘no importa quién salga, yo tengo que trabajar igual’. Dentro de esa gente hay que reconocer que hay un grupo con características distintas, que corresponde a los territorios más rurales, sobre todo aquellos donde los vecinos no viven pareados, sino que separados por kilómetros y distantes de la escuela donde se vota. Estas personas, si están obligadas a votar irán, siempre y cuando les faciliten el transporte, sobre todo si perciben que después de este plebiscito, el costo de no haber ido a votar no existe, es decir, que la famosa multa nunca llega. Por otro lado, la gente rural no está contaminada con tanta comunicación política de un lado u otro, porque al político no le es rentable ir, pues la densidad por kilómetro cuadrado es baja. Claramente, si uno percibe que este grupo puede ser algo más que el margen de error que puede hacer cambiar el resultado de una votación, va a obligar a los políticos en el futuro a darle mayor tiempo y recursos para poder acceder a ellos, de manera presencial. La técnica, desde el punto de vista del márketing, sería demostrarles por qué ellos sí deben interesarse en la política, mostrarles que la política les reporta algo positivo en sus vidas. Si los políticos no son capaces de hacer esto, estas personas, en el futuro, volverán a quedarse en sus casas”, aseveró.

Pinchart añadió que “no existe claridad en cuanto a estudios que digan cuál es la tendencia de esta gente a la hora de votar. Si partimos de la base que están menos politizados, deberían ser personas más conservadoras, que no están por una revolución ni por cambios drásticos. En Chile, al final siempre nos devolvemos al centro, por lo que intuyo, este nuevo segmento irá siempre por el sentido común más que por opciones políticas”, aseveró.

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