El ciclismo está en el ADN de la historia del deporte ñublensino merced a su prueba madre: La Ascensión a los Nevados de Chillán, que durante 46 años de manera ininterrumpida se ha disputado en las rutas de la Región de Ñuble, trasformándose en una de las pruebas más duras del calendario nacional.
Por años sufrió los embates de la falta de apoyo de la empresa privada, la desidia de dirigentes enfrentados o divididos, o la organización improvisada para seguir sobreviviendo.
Sin embargo, la versión 46 de este histórico evento pedalero, que finalizó ayer en la cumbre termal, confirmó que la pasión sigue viva y se niega a morir.
Arribaron 170 ciclistas de todo Chile, muchos de ellos
miembros de la generación de recambio del pedal criollo, como los primos Cristián y Matías Arriagada, sobrinos del ex campeón de la Vuelta de Chile, Marco Arriagada, y Héctor Quintana, la nueva figura del ciclismo de Ñuble, quienes siguen queriendo que la competencia esté en el calendario nacional.
Porque tiene de todo en su trazado, llano, circuito, pendientes, repechos y montaña, con un fondo verde que encanta y enamora.
Los ciclistas quieren la “Ascensión”. La recuerdan. Crecieron escuchando que era la más dura del calendario cuando los últimos 8 kms infernales eran de traidor ripio y por eso quieren vivirla. Sufrirla. Sudarla rumbo a la cumbre termal donde se gana o pierde todo.
El desafío de los organizadores ahora es profesionalizar la organización y gestión, con un equipo profesional que potencie la logística, el montaje, la producción comercial y la gestión de prensa. No puede ser que un presidente como Francisco Balboa abra y cierre el boliche. Se necesita un equipo especializado en diversas áreas y el firme apoyo de las empresas de la Región de Ñuble como la tienda MDR que apostó fuerte por esta versión y ya proyecta más apoyo para el 2021. La “Ascensión” sigue viva. Debe seguir rodando, pero con el desafío de ser un evento de impacto nacional desde su organización, logística y puesta en escena.
