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Plata digital

Esta pandemia, que nos ha obligado a alterar nuestras costumbres y hábitos, también ha acelerado la penetración de las herramientas financieras digitales en nuestro país. Antes del efecto covid-19 sobre la economía, las nuevas tecnologías de la información eran una asignatura pendiente para las empresas y los consumidores, pero más de 300 días de emergencia sanitaria han hecho que temas como el teletrabajo, la educación a distancia y el comercio electrónico, evolucionen rápidamente y sean una realidad anticipada.

El año pasado Chile tenía 200 mil teletrabajadores, después del 15 de marzo este número aumentó a 2,7 millones; el mercado del e-learning experimentó un crecimiento del 9,6 % y en cuanto a herramientas financieras de consumo, lo que antes era muy poco utilizado por el grueso de los consumidores hoy es una práctica de nuestra cotidianidad, como las compras en supermercados a través de aplicaciones o los pedidos por internet. Estas operaciones aumentaron 32% en nuestro país.

El necesario distanciamiento físico ha obligado a que la mayoría de la sociedad adopte prácticas digitales que hasta hace muy poco no estaban generalizadas, pero que, debido a la pandemia, han terminado por fortalecer las transacciones digitales de todo nivel.

En menos de 10 meses, millones de chilenos que acostumbraban a pagar los servicios públicos en efectivo y a través de ventanillas físicas, ahora lo hacen desde sus hogares y a través de su teléfono.

Hace 20 años, muy pocos creían que los medios de comunicación impresos estaban ad portas de convertirse en especies en vía de extinción. Hoy, la prensa nacional y regional ha hecho una impresionante transición hacia las plataformas digitales, con el propósito de garantizar su supervivencia. Eso mismo está sucediendo con el efectivo. No pasará mucho tiempo para que las billeteras pasen a buen retiro porque comenzarán a ser elementos obsoletos, como hoy lo son las máquinas de escribir, las cámaras de fotografía o los reproductores de DVD, por citar algunos ejemplos.

Cualquier balance y proyección en el ámbito de la tecnología debe considerar lo que ha ocurrido con el comercio electrónico y las finanzas digitales han llegado a nuestras vidas para quedarse y, con esa irrupción, los billetes y hasta las tarjetas de crédito podrían en corto tiempo ser objeto de uso exclusivo para melancólicos y desfasados de las nuevas tecnologías.

Y sobre estos últimos hay que poner mucha atención, pues si bien nadie discute que la tecnología ha sido clave para enfrentar la crisis desatada por el covid-19 y será fundamental en la reactivación económica, la gran lección de estos 10 meses es que aquel que no se suba al carro del cambio tecnológico no solo quedará rezagado, sino que corre el riesgo de convertirse en un excluido de la economía post pandemia.

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