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Planear a dos bandas

Cristian Cáceres

Para 2030 la población de Chillán, residente y flotante, llegará a las 300 mil personas, lo que representa un enorme desafío para la capital regional en cuanto a cómo lograr que sus habitantes puedan llegar a vivir en cierto grado de armonía, conciliando aspectos tan fundamentales como el espacio, las relaciones sociales y ambientales, la operación de servicios públicos para toda una región, nuevos negocios y una gestión que debería ser lo más sustentable posible.

Se trata de una dinámica compleja y que debe ser enfrentada con una planificación que junto con plantearse metas de mediano plazo, anticipe nuevos escenarios. Ese es el desafío del nuevo gobierno que lidera el alcalde Camilo Benavente: combinar ambos objetivos, hacerse cargo de proyectos de adelanto que tienen urgencia, como también de otros que no están signados por la premura, pero que son igual o más relevantes para el futuro de Chillán.

Los primeros tienen que ver con situaciones heredadas de la anterior administración, como la licitación del recambio de luminarias y el servicio de mantención y desarrollo de las áreas verdes; otros son parte de su misión regular, como salud y educación, al igual que la asistencia social y la promoción del empleo, muy relevantes por el prolongado deterioro económico causado por la pandemia. Esas tareas están en la categoría de urgentes, y son las que se espera sean resueltas el primer año de gobierno.

Otro tema son los proyectos de mediano y largo plazo que están llamados a hacer las positivas transformaciones que Chillán reclama. En medio ambiente se requieren propuestas novedosas para enfrentar la contaminación atmosférica, como también en materia de áreas verdes, donde tenemos uno de los más bajos índices de todas las ciudades chilenas. Movilidad, en tanto, es un aspecto donde hay bastante coincidencia entre la ciudadanía y las autoridades, en cuanto a la necesidad de una nueva red vial, algo que excede al municipio de Chillán en cuanto a su financiamiento (corresponde a Vivienda y Urbanismo y Obras Públicas), no obstante el gobierno local puede jugar un rol fundamental en la elaboración de proyectos y eventuales convenios de programación entre las carteras centralizadas y el gobierno regional. Por último, en el área de economía y negocios es donde hay más trabajo por hacer, pues nos ubicamos por debajo del promedio país de urbes de igual tamaño, como consecuencia de la falta de nuevos emprendimientos, baja productividad y un reducido porcentaje de inversión en innovación y desarrollo.

¿Lo descrito anteriormente se puede hacer con el Plan de Desarrollo Comunal (Pladeco) aún vigente?

Eso deberá responderlo el nuevo gobierno local, después de analizar en detalle los informes de cumplimiento del instrumento de planificación aprobado en 2019.

Pero sea cual sea la conclusión del examen, lo importante es nunca olvidar que para que cualquier planeamiento estratégico realmente funcione, debe existir convicción política y capacidad para monitorear sus instrumentos y logros. Cuando aquello brilla por su ausencia, las ciudades terminan siendo un monumento a la improvisación. Chillán no ha llegado a ese extremo, pero buena parte de sus problemas se deben precisamente a una sucesión de ejercicios fallidos de planificación, y eso no debemos olvidarlo, menos ahora que tiene la oportunidad de un cambio, tras la renovación de la mayor parte del gobierno local.

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