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Oportunidad frutícola

Uno de los planteamientos que hace un par de años viene haciendo el sector agrícola es la necesidad de implementar un plan de fomento frutícola para impulsar la diversificación de cultivos en la pequeña agricultura, y tal como el Decreto Ley 701 bonificó por 40 años las plantaciones forestales, lo mismo se debiera hacer con un rubro que puede contribuir a mejorar la calidad de vida en el mundo rural.

La fruticultura es una oportunidad de desarrollo para la Región de Ñuble, es una oportunidad de generar empleos y de inyectar dinamismo a la economía local, lo que se confirma en el hecho que los encadenamientos productivos de la fruticultura bordean el 80%, vale decir, que aquello que se factura en la puerta del campo genera cuatro veces más valor entre los packing, el transporte, la logística y todos los servicios relacionados.

Es, en definitiva, un rubro que agrega mucho valor, pero que además genera impactos sociales que también merecen ser destacados, como por ejemplo, la contención de la migración campo-ciudad.

Adicionalmente, el crecimiento del sector puede hacer una contribución importante a la captura de carbono, en el contexto del desafío de reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Y si bien se reconoce una mayor preocupación del Gobierno por apoyar con recursos tanto la tecnificación del riego, como la construcción de embalses y el desarrollo de la agricultura familiar campesina, aún hay un amplio espacio para seguir creciendo y las necesidades son muchas, principalmente en materia de financiamiento y disponibilidad de agua.

Como se sabe, la inversión en frutales es compleja y no es barata, requiere de la elección de especies y variedades que se puedan adaptar al territorio y al clima y que sean demandadas por los mercados de destino, requiere de infraestructura para mitigar los efectos de los eventos climáticos, requiere de tecnologías de riego y manejo, y lógicamente, de gestión empresarial. Por ello, el proceso de reconversión, entendido como la diversificación de la producción, será una verdadera oportunidad para muchos pequeños agricultores de mejorar sus ingresos y sus condiciones de vida, en la medida que exista una herramienta de fomento de largo plazo que sea accesible para todos.

Lamentablemente, mientras una propuesta como ésta dependa del filtro neoliberal que se aplica en el diseño de políticas públicas de fomento en nuestro país, el acceso a financiamiento por la vía de subsidios seguirá siendo, junto al agua, el principal obstáculo para que Ñuble se convierta, en el largo plazo, en el principal polo hortofrutícola del país.

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