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Nueva ley de inmigración

En la Región de Ñuble hay aproximadamente 13.897 inmigrantes radicados, según cifras del departamento de Extranjería de la Intendencia de Ñuble. Tal como se advierte en el resto del país, la mayoría proviene de Venezuela, Perú, Haití y Colombia.

La cifra cuadruplica al total de extranjeros documentados que había en 2019 y su presencia en el mercado laboral formal e informal ya no es marginal, como ocurría hace 2 años, sino que se empina por sobre 6%, sin considerar una cifra negra que se estima muy alta considerando los ingresos irregulares.

Al revisar las comunas de destino informadas por los inmigrantes, destaca Chillán, que concentra el 70% de las visas. Sin embargo, un cuarto del registro corresponde a comunas de mayor ruralidad, algunas de las cuales sugieren que la migración se ha consolidado como aporte a la actividad productiva del sector agrícola.

Los sectores económicos que concentran más extranjeros en Ñuble son el comercio, con 20% del total, seguido por silvoagropecuario, construcción, hoteles y restaurantes. Como puede verse, se trata de los sectores más impactados por la pandemia.

En cuanto al perfil de los extranjeros que han llegado a la región, es claro que ya no se trata solo de personas de bajas calificaciones que buscan oportunidades de empleo, también hay una creciente migración por reunificación de las familias y de profesionales calificados.

Todos estos antecedentes fueron expuestos la semana pasada, a propósito de la promulgación de la nueva ley de migraciones que viene a reemplazar la obsoleta Ley de Extranjería, una normativa hecha en la dictadura militar, con un enfoque de seguridad nacional, y que a la fecha era la más antigua de la región.

Se creó así una nueva institucionalidad que tiene aspectos muy positivos al ordenar una serie de funciones y servicios que se encontraban dispersos, pero que lamentablemente se descompensa al poner en la balanza el poder del Estado y los derechos de los migrantes. Esto fue advertido por organizaciones de migrantes y de la sociedad civil, así como también por instituciones académicas nacionales e internacionales, sin embargo, el Ejecutivo está convencido que la nueva ley plantea un justo equilibrio entre el imperio del Estado para normar la forma en que los extranjeros ingresan y permanecen en el país, y el respeto y garantía de sus derechos fundamentales.

En todo caso, más allá del debate sobre un enfoque efectivo de derechos humanos en la nueva ley, lo cierto es que en ninguna parte del mundo se han solucionado los problemas y conflictos derivados de la inmigración ilegal con solo promulgar leyes.

Ñuble fue forjada por inmigrantes europeos y palestinos, sin embargo, la realidad muestra que actualmente somos bastante ambivalentes frente al fenómeno migratorio, pues aún no se reconoce el aporte de los extranjeros y se mira con desconfianza la competencia por los empleos.

Ciertamente, aún es prematuro analizar localmente los alcances de este nuevo multiculturalismo y hablar en términos positivos o negativos del arraigo logrado por esta nueva oleada de inmigrantes en la Región de Ñuble, pero lo que sí es claro, y debería preocuparnos, es la situación de precariedad que afecta a muchos que llegaron con la esperanza de una mejor vida, pero se han estrellado con escasas oportunidades e injustos prejuicios.

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