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Movilidad

Seremitt Ñuble

El retorno de la movilidad en Chillán ha marcado también el regreso de los tacos y las molestias de la ciudadanía por la mora de décadas en un aspecto tan relevante para la calidad de vida de una ciudad, como es la conectividad y la relación inversa entre el crecimiento del parque automotor y la expansión inmobiliaria y la construcción de soluciones viales capaces de responder a esa dinámica.

Esta realidad es perfectamente conocida por las autoridades locales, no obstante los avances han sido escasos o nulos, y por lo mismo, la renovación del alcalde y equipos de gestión trae consigo la promesa de una mejora en esta materia.

Se trata de una tarea difícil y de largo aliento, que requiere de voluntad política, financiamiento, participación de los actores privados y mucha paciencia de la ciudadanía, aunque cuesta pedir paciencia a quienes han llegado al extremo de tardarse 45 minutos en recorrer los 5 kilómetros que separan el hogar de su lugar de trabajo.

Se podrá argumentar que la construcción y mantención de las vías es una tarea que le corresponde al Serviu y al Ministerio de Obras Públicas, sin embargo, no se puede negar el rol que cumplen los municipios en la gestión de los proyectos, particularmente en sus etapas iniciales, incluso antes, en la detección de la demanda por mejoras.

Los municipios tienen la misión de gestionar el desarrollo armónico de las comunas, y la infraestructura vial es un elemento fundamental de ese desarrollo, por lo que la identificación de las necesidades de la población, la generación de estudios y de proyectos de diseño, así como la gestión del financiamiento para la ejecución de estos proyectos, son tareas que los gobiernos comunales deben abordar con la mayor eficiencia posible.

De igual forma, una arista no menor es la gestión del tránsito, particularmente en aquellas vías donde la competencia por el uso ha generado una saturación que afecta la calidad de vida de los habitantes.

La cuarentena y las restricciones a la movilidad nos hicieron olvidar por un rato los problemas derivados de la mala gestión de tránsito y planificación de la infraestructura vial, donde claramente se puede advertir que la gestión ha sido deficiente. Para respaldar esta afirmación, y solo a modo de ejemplo, basta con enumerar los proyectos viales que se han ejecutado en la ciudad en los últimos 15 años. No es necesario esforzarse mucho para darse cuenta que en dicho periodo no se ha concretado ninguna obra de envergadura. Se han diseñado proyectos, se han postulado algunos para obtener financiamiento, se han buscado soluciones “parche”, e incluso, se elaboró un Plan Regulador con calles de papel, pero nada de esto se ha transformado en soluciones concretas.

Para el nuevo alcalde y sus equipos técnicos, la principal tarea debiera ser persuadir técnica y políticamente al gobierno regional y central de la trascendencia y urgencia de abordar el complejo escenario vial que enfrenta la comuna, donde ya no se puede seguir transfiriendo al sector privado la responsabilidad en una cuestión de alcance fundamental, como es el derecho a la movilidad. 

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