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En una bahía llamada Juan Griego, en la Isla Margarita en Venezuela, cuando los turistas aparcan su vehículo, se acercan niños y niñas que por unas pocas monedas corren hasta la cima de un pequeño cerro donde están las ruinas de un antiguo fuerte. Allí esperan a sus “clientes” y relatan con singular pasión una importante batalla de la independencia de Venezuela.
Estos niños han aprendido, de generación en generación, su propia historia, que van enriqueciendo con el paso del tiempo, hasta llegar a un relato lleno de épica que trasmiten a los visitantes del lugar. Si no fuera por ellos, probablemente mucha gente nunca conocería una parte muy importante de la historia de Venezuela. Ni mucho menos, interesantes detalles que dan sentido a la fortificación que existe en el lugar, al cual ponen en valor con sus vividos relatos.
En Chile -y también en nuestra región- el sábado 16 de Noviembre se llevó a cabo en todo el país la actividad denominada “Día de los patrimonios de las niñas, niños y adolescentes”. En Ñuble como en las otras 15 regiones, esta actividad fue organizada por la Dirección Regional de Patrimonio Cultural y tuvo como un escenario “Los Arqueológuitos de San Nicolás”, un taller donde se enseñan los niños a buscar restos paleontológicos y arqueológicos.
El segundo escenario fue la Feria de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (FICAP), dónde los niños trabajaron con las alfareras de Quinchamali y las colchanderas de Quirihue, accediendo a un importante patrimonio inmaterial de la región.
A esto se sumaron otras instituciones que hicieron programas para los niños y niñas, conscientes de la importancia de realizar este tipo de actividades, diferenciadas del “Día de los Patrimonios”.
Cualquier política de conservación y puesta en valor del patrimonio, para que sea sustentable, debe comenzar en la educación y formación de los niños. La identidad de una comunidad con su territorio, ya se ha dicho, abre caminos a la innovación y al desarrollo, con variables de más de largo plazo que el desarrollismo cortoplacista.
Por ello, esta actividad dirigida a los niños debería ser el inicio de una política permanente que deben asumir todas las instituciones que trabajen con niñas, niñas y adolescentes.
Estos, como decía reiteradamente un presidente, son “el futuro de Chile” y, por lo tanto, requieren de nuestra máxima atención.
Los niños y niñas son los vectores más importantes que conectan al mundo de hoy con el futuro, por ello su comprensión, el aprendizaje y el incorporar a sus primeros años de vida, el conocimiento de la historia, de las tradiciones y de los valores patrimoniales sobre la cual se construye una sociedad, resulta fundamental en cualquier política de conservación preservación y puesta en valor del patrimonio de cualquier territorio.
Niñas, niños y adolescentes son eslabones fundamentales de la construcción de lo que alguien señaló como la ruta del patrimonio, esto es escuchar los susurros del pasado a construir el porvenir.