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Los microclimas de Chillán inciden en mediciones de equipos del PDA

Durante las ultimas semanas quedó en evidencia que las estaciones oficiales de monitoreo de la calidad del aire en Chillán tienen fuertes diferencias entre ellas, que más que a problemas de calibración o de funcionamiento de los equipos, se relacionarían con las condiciones climáticas imperantes en la capital regional.

Además, existiría evidencia respecto a que el equipo que opera en el sector de Purén, que es el que marca peores niveles de contaminación, se vería afectado por la existencia de numerosas viviendas a su alrededor a distancias relativamente cercanas, como asimismo una gran estructura como es la copa de agua de Essbio.

Se podría pensar que la atmósfera en la ciudad es estable, pero especialistas y diversos estudios plantean que existen elementos naturales y artificiales, generados por el hombre, que inciden en que las temperaturas no sean las mismas en toda la urbe, lo que igualmente afectan el régimen de vientos o la circulación del aire.

El seremi de Medio Ambiente, Patricio Caamaño, reconoció que son los factores ambientales mencionados los que han derivado en que existan lecturas diametralmente diferentes entre los monitores de INIA y de Purén.

“Es absolutamente lógico y ninguno va a tener exacta medición que el otro. Lo mismo ocurre por ejemplo en Santiago con los equipos que miden la contaminación”, precisó Caamaño.

La autoridad, que participó en la fiscalización de la Alerta Ambiental del pasado 15 de mayo, junto a la seremi de Salud, indicó que “las mediciones tienen muchas variables, como los índices de ventilación, velocidad del viento, entre otros que no son homogéneos en toda la urbe”.

Para la autoridad no es sorpresa que ambas estaciones hayan entregado datos diferentes y que provocaron cierto desconcierto cuando fue decretada la primera Alerta Ambiental del año.

No obstante, no se trata de números levemente distintos, sino que en extremo diferentes. Mientras el monitor INIA el pasado jueves marcó un nivel de contaminación correspondiente a Regular, a la misma hora el monitor de Purén estaba en Emergencia.

Y si se toma en cuenta que ambas estaciones están validadas para la obtención de registros en el contexto del Plan de Descontaminación, la variable cobra relevancia.

Cerca, pero diferentes

Expertos consultados por LA DISCUSIÓN aseguran que la distancia entre ambas estructuras no es demasiada como para que los registros marquen diferencias tan notorias, pero otros ponen de manifiesto que están situados en ambientes totalmente contrarios y con sus propias complejidades.

Por ejemplo, el que está en dependencias de INIA está en un sector protegido por árboles y relativamente alejado de casas, lo que genera un ambiente más frío y con menor carga de partículas. Mientras, el de Purén está emplazado muy cerca de villas que generan de manera permanente emanaciones tóxicas hacia la atmósfera y junto al monitor existe una gran estructura, una copa de agua, que puede afectar el régimen de vientos.

El ingeniero forestal Alejandro Bocaz sostiene justamente que el de Purén no cumple con las condiciones indicadas en la resolución exenta 106 del Ministerio del Medio Ambiente, que “establece criterios de emplazamiento para calificar estaciones de monitoreo de material particulado fino (MP 2,5) como de representatividad poblacional”.

El profesional plantea que según el referido decreto, “la estación debe ubicarse en un área calificada como urbana por los instrumentos de planificación territorial, en la que exista al menos un área edificada habitada, en un círculo de radio de dos kilómetros, medidos desde el punto de ubicación de la estación”. Además, para su emplazamiento y siguiendo con la lectura de la norma, agrega que “se deben evitar lugares limítrofes de sectores urbanos o de otro tipo, así como lugares que limiten con otro tipo de uso de suelo, especialmente lugares como el borde de la ciudad, pueblo o localidad”.

La estación, además, “debe evitar lugares con obstrucciones a la circulación del viento, como la presencia de árboles, edificios o topografía compleja (condiciones de valle, quebradas, bruscos cambios en la pendiente o altura), buscando la correcta representación de la concentración predominante de MP 2,5”.

La mencionada resolución establece en su artículo segundo una causal de excepcionalidad, de tal manera que “en caso que no pueda cumplirse y/o verificarse alguno de los criterios señalados, la Superintendencia del Medio Ambiente podrá igualmente calificar, de forma excepcional la respectiva estación de monitoreo como de representatividad poblacional, mediante resolución fundada”.

Para Bocaz, las diferencias entre ambos monitores están relacionados con la ubicación elegida por las autoridades. De esta manera, el monitor de Purén, instalado el año 2012, parece recibir mucha más carga de partículas que el de INIA, en operación desde el año 2008.

Variables urbanas

Dentro de las causas que estaría detrás de las amplias diferencias entre medidores aparecen condiciones ambientales puntuales o microclimas que estarían influenciados por la existencia de edificios, casas, estructuras voluminosas o ríos, canales o esteros, además de árboles.

El geógrafo Erick Solo de Zaldívar explica que existen estudios sobre el clima de Chillán que, por ejemplo, dan cuenta de que la presencia de cursos de agua modifican la temperatura ambiental en los sectores aledaños.

El profesional agrega que “influye mucho en los puntos de calor de una ciudad que existan ríos pasando por la urbe”.

Solo de Zaldívar remarca que “de hecho, en un trabajo que fue desarrollado para la realidad de Chillán, se presentaba que donde pasan los esteros, había menos calor” y por lo tanto la temperatura es menor.

Y cuando se producen diferencias de temperatura tienden a existir movimientos de la atmósfera que son al final de cuenta circulaciones de aire, de menor o mayor dimensión.

Las islas de calor, como se les conoce, pueden ser medidas y de hecho existen estudios sobre los fenómenos que se producen en la ciudad y que han sido incluso materia de tesis universitarias, explica el geógrafo Pablo San Martín.

Los estudios han llegado a conclusiones interesantes respecto de esta heterogeneidad climática que se dan en todas las ciudades.

De esta manera, en las zonas climáticas que se dan en las ciudades influyen la densidad de la construcción, si hay más o menos vegetación y la altura de la edificación.

En este contexto, las construcciones actuarían aumentando la temperatura, mientras la vegetación la disminuye. Esto último se da no solo en sitios de gran vegetación como áreas verdes públicas, sino que incluso al interior de los jardines de las viviendas, donde habría menor temperatura, pues hay una humedad natural que permite enfriar más rápido el aire y eso favorecería que existieran mejores condiciones en términos climáticos.

En estas condiciones, para el caso de Chillán, el monitor de INIA se encuentra en un terreno más abierto, en un suelo provisto de áreas verdes y en los alrededores existe una mayor masa de árboles. Esto incidiría en un registro de menor contaminación.

En tanto, el sector de Purén se encuentra en una zona de Chillán donde efectivamente existe una menor concentración de áreas verdes por habitante y hay una mayor densidad de viviendas y por ende mayor cantidad de calefactores emitiendo partículas en los horarios críticos de Chillán, esto es desde las 18.00  horas en adelante.

Este escenario parece justificar la necesidad que Chillán Viejo, y otras zonas de la ciudad, tengan su propio monitor para el registro de las emisiones de MP 2,5 y MP10. Así lo plantea el alcalde de Chillán Viejo, Felipe Aylwin.

Sostiene que “la contaminación que se produce en la intercomuna se concentra en la zona de El Bajo de Chillán Viejo, por lo que necesitamos un monitor para nuestra comuna”.

Mientras se estudia la sugerencia, el seremi Patricio Caamaño destaca que la entidad que dirige adquirió un equipo portátil que tiene las mismas prestaciones que los que están en la ciudad.

El nuevo instrumento está en la actualidad en dependencias de la entidad estatal, pero será calibrado junto a los equipos de INIA y de Purén antes de que sea enviado por un par de semanas a Chillán Viejo y luego a San Carlos.

Se espera que durante esta semana Caamaño se reúna con Felipe Aylwin con el fin de determinar las condiciones y el lugar donde se podría instalar el monitor portátil que tuvo un costo de US$20 mil y es uno de los tres que existen en el país.

Para Aylwin, lo relevante es que por primera vez existirán registros exactos que serán representativos de la comuna histórica y de sus particulares condiciones geográficas y climáticas.

El monitor, que pertenece a la Región de Ñuble, además de Chillán Viejo y San Carlos podría eventualmente ser derivado a otras comunas donde existen problemas originados por la emanación de residuos de la combustión de leña, en la mayor parte de los casos con alta humedad.

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