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Los artistas forjados en la Escuela Normal

Nueve años des-pués que la Es-cuela Normal de Chillán abriera sus puertas en la ciudad, circuló un “propecto” con los requisitos que debían cumplir los aspirantes al establecimiento. Corría 1897 y la escuela había sido inaugu-rada el 17 de abril de 1888 en su primer emplazamiento.

La gran cantidad de interesados obligaría a las autoridades a solicitar algunos requisitos entre los que contaban tener entre 15 y 19 años (compro-bable mediante certificado de bautismo), acreditar buena conducta moral, tener una salud compatible con las exi-gencias y rendir un examen de admisión en donde se medirían los conocimientos en “lectura, escritura, gramática, aritmética, relijión i jeografía (sic)”.

131 años han pasado desde la instalación de la Escuela Normal de Chillán y la fecha fue recordada esta semana por sus exmiembros a través de distintas actividades que tienen que ver con visibilizar la historia del establecimiento compilada en el Museo de la Escuela Normal que se fundó hace algunos años y que guarda el acervo y tradición de una de las instituciones más importantes de la ciudad.

Así lo recalca la secretaria de la directiva de los profesores normalistas, Alicia Márquez, quien manifestó que “para nosotros, esta es una fecha muy especial. Desde hace años que estamos abultando nuestro museo también como una forma de que la comunidad pueda conocer la historia y a los tantos personajes que pasaron por nuestras aulas”, dijo.

El sello normalista

Y en efecto, son varios los artis-tas que forjaron su vocación en las aulas de la Escuela Normal. Así lo recordó el docente Héctor Caro Villa, al escribir que “los pensa-dores, intelectuales y pedagogos, tenían cabida en estas amplias aulas, donde podían fundir sus ideas y pensamientos para la pre-paración de una juvenil pléyade de jóvenes talentos egresados con las mejores calificaciones de la educación primaria y con dificultades económicas para ontinuar sus estudios. Para esto, el Estado chileno los becaba otor-gándole estudio y alimentación para transformarlos en la savia pedagógica, intelectual y pen-sante del país, que formaría las futuras generaciones de chilenos que lo dirigiría en los ámbitos del desarrollo y progreso social, político, deportivo, religioso y artístico cultural”.

“Y es este privilegio que tuvo Chillán, de recibir a connotados profesores para dirigir este crisol de sabiduría que exhalaba la Escuela Normal y que vertía en cada alumno(a) que egresaba y a la vez potenciaba a la ciudad y la provincia con jóvenes talentos que se transformaron en los líderes del desarrollo intelectual de esta capital provinciana y de las comunas aledañas que se hicieron grandes y emprendedoras de la mano de los profesores normalistas, la gran mayoría egresados de la Normal de Chillán”, señala el exdocente, agregando que entre los nombres figuran Darío Salas, uno de los primeros egresados de la Escuela Normal y quien llegó a convertirse en director general de Educación Primaria, desde donde trabajó incansablemente para impulsar e implementar la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria.

Otro de ellos es Walterio Millar, el hijo de Yungay que fue periodista, historiador, dibujante, ilustrador, carica-turista y autor de la Historia Ilustrada de Chile. René Largo Farías, el promotor de la música chilena también pasó por la Escuela Normal de Chillán tras ser expulsado del mismo establecimiento en Copiapó por “rebelde”. El recordado profesor y artista Baltazar Hernández es otro de sus alumnos y docentes, al igual que el cantante de baladas y boleros Arturo Millán y el folclorista Rolando Alarcón, entre tantos otros.La Escuela Normal, desapa-recida ya hace más de cuarenta años, tiene otros desconocidos pasajes.

Uno de ellos está relacionado con su himno. La historia cuenta que Adrián Parra, pariente de la familia más ilustre de Ñuble, vivía en Chillán y por esos años, poco antes del terremoto, hizo los versos de lo que se convertiría en el himno de la Escuela Normal. El poeta Pedro Lastra ha contado que tras el terremoto de 1939, prestó su casa que había quedado en pie para que continuaran algunas clases del Liceo de Hombres, en donde hasta ese entonces hizo clases de física y matemática, su sobrino Nicanor.

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