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Llegó para quedarse

En 2019 Chile tenía aproximadamente 200 mil teletrabajadores; después del 15 de marzo, este número aumentó a millones. Durante 8 meses, el teletrabajo ha sido la principal herramienta para las empresas y, al parecer, esta tendencia no cambiará por lo menos dentro de los próximos 18 meses; de hecho, lo que parece ser la tendencia global es que más del 50 % de las empresas reduzcan sus espacios físicos de trabajo y sigan implementando prácticas de distanciamiento social durante un buen periodo de tiempo.

Hoy, ocho meses después de que la Organización Mundial de la Salud, OMS, declarara la pandemia, lo único que se sabe con certeza es que el teletrabajo fue más que solo un remedio para evitar que el covid-19 se propagara entre los empleados. Una hipótesis comprobada en los primeros meses y apoyada por los gobiernos. Google fue el primero en enviar a todos sus trabajadores a sus casas, lo mismo que Apple, Microsoft, Twitter y Facebook, arquetipos empresariales que todos imitan y que siempre encabezan los listados de compañías más innovadoras.

La noticia ahora es que estas mismas empresas, entre otras, han abierto la posibilidad de que sus funcionarios puedan teletrabajar de forma indefinida, que esta moda pueda convertirse en una tendencia mundial de profundas repercusiones laborales que los gobiernos ya empiezan a reglamentar.

El teletrabajo ha llegado para quedarse porque no solo es un mecanismo de protección ante enfermedades, sin porque es una oportunidad de mirar compensaciones y beneficios económicas que de ello se desprenden; se abre la alternativa de que las personas puedan vivir y trabajar donde quieran.

Está comprobado que en teletrabajo se emplean más horas, hay más productividad y los funcionarios están más enfocados a los resultados. El compromiso de un teletrabajador es mayor que el de un trabajador presencial, pues debe demostrar que su foco son los resultados, y no se dispersa en reuniones interminables y tertulias laborales innecesarias.

Durante esta pandemia han alcanzado gran centralidad empresas como Zoom, Skype o Teems, entre otras compañías de un nuevo sector de alta tecnología al servicio del teletrabajo, emprendimientos que se irán perfeccionando al ritmo de las necesidades de los usuarios.

No es una exageración afirmarlo, pero el teletrabajo llegó para quedarse, perfeccionarse y crecer como alternativa para las empresas que tendrán que pensar en la verdadera utilidad de las oficinas, sobre todo del personal administrativo que bien pueden hacer sus labres desde la casa: al mismo tiempo nace un reto más para los arquitectos y constructores de viviendas quienes deberán trabajar en un nuevo concepto de casa en donde surgen los estudios, los espacios para el teletrabajo y la interconexión de las nacientes casa-oficinas.

La tecnología ha sido clave para enfrentar la emergencia y será fundamental en la reactivación, y aunque falta mucho por avanzar, la gran lección es que aquel que no se suba a este carro no solo quedará rezagado, sino que corre el riesgo de convertirse en un excluido de la economía post pandemia.

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