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Las experiencias al límite de quienes combaten de cara al fuego en Ñuble

Archivo La Discusión

La labor de quienes combaten los incendios forestales es ardua, dura y de alto riesgo, al estar cara a cara al fuego, exponiendo la vida a altas temperaturas y en terrenos agrestes. Todo por un fin: evitar daños en el medio ambiente y en las comunidades.

Héroes anónimos que se tornan invisibles por las llamas y por el humo que no deja descubrir el rostro humano de quienes están en la línea de fuego.

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El chillanejo David Peña llegó a ser brigadista en Conaf, a través de la Omil en 2009, donde le ofrecieron esta opción que se ajustaba a sus preferencias laborales, al ser de intensa acción y con altas dosis de adrenalina. Tras superar las etapas, hoy ya suma 12 temporadas, que se extiende desde octubre a marzo, el resto del tiempo ha sido auxiliar en hospital de Chillán o guardia.

Según David, en una temporada se pueden llegar a combatir hasta más de 200 incendios forestales, a veces hay algunos de gran magnitud que pueden durar una o dos semanas a otros que en una hora se puede controlar, dependiendo del combustible, tipografía y el viento.

“En el valle hay hartas plantaciones así que eso más fácil para moverse en traslado, pero en cerros el helicóptero no nos puede dejar en lugares específicos, a veces nos deja lejos del incendio y hay que caminar dos o tres horas para llegar al incendio, ya sea para subir o bajar”, precisó.

En sus años de ejercicio, su tarea en terreno, a veces ignorada por el despliegue de las aeronaves, no ha estado exenta de peligros debido al principal enemigo que rodea un siniestro, el viento.

“Hemos tenido que escapar del incendio y dejar todo, porque a veces el cambio del viento o un foco secundario, por una pavesa o chispita se genera otro incendio que nos puede encerrar o pasar la línea de control. Es una situación de cuidado que tenemos aquí, porque si te encierra el fuego no tienes escapatoria y te puedes morir. Uno siempre está trabajando en la medida que construye la línea el cortafuego para controlar. Igual uno está pendiente de todo por sí hay humo por aquí o por acá, o por si cae un árbol”, comentó.

“Uno está expuesto a quemaduras al quedar cercado por el fuego, a intoxicaciones por humo; uno puede perder el conocimiento. A la deshidratación, a la insolación, a la exposición prolongada del dióxido de carbono. Con el calor uno se descompensa, hay gente que se ha desmayado. Soy el primeros auxilios de mi brigada. A que se caiga una rama o un árbol sobre ti, porque a veces se queman en la base y caen simplemente o por el lanzamiento de la aeronave si uno no está atento te puede tirar lejos el agua, puede cortar ganchos y caer. Picadura de insectos, caer en laderas”, detalló.

David relató que hasta ahora, por fortuna, no ha sufrido accidentes graves, solo una vez sufrió una lesión en un dedo tras tomar un rozón que traspasó su guante en circunstancias que el fuego avanzaba rápido y debía evacuar.

“Siempre he tenido precaución en eso, porque si a uno le pasa algo en los pies, por ejemplo, se vuelve de cierta forma una carga para el grupo”, añadió.

De cara a la nueva temporada de incendios forestales, David analizó el complejo escenario que enfrentaría la región dadas las condiciones reinantes.

“Este año llovió harto y cada año va siendo más caluroso. A mayor calor mayor propagación de incendios. Hay más pasto, está más largo, más “tramposo”, así que esta temporada va ser más difícil que años anteriores y a medida que pasen los años va ser más difícil porque va haber más sequía y los combustibles se secan con mayor facilidad. Por ejemplo, el año pasado había un incendio que avanzaba un metro cada dos minutos, ahora va avanzar 10 metros cada dos minutos, porque el combustible en sí es más seco”, anticipó.

David Peña, Brigadista

“El margen de error es muy pequeño”

Oriundo de Argentina, Luis Abel Collovatti (65) llegó este mes a Chillán. Es piloto de helicóptero con 43 años de experiencia en vuelo, de ellos 15 han sido al servicio de Conaf.

Ad portas de cumplir 10 mil horas de vuelo llegó a trabajar a la región de Ñuble en el combate de los incendios. En la presente temporada hasta ahora no ha tenido salidas bajo esa misión, sin embargo, son innumerables sus intervenciones en el territorio nacional. El profesional pertenece a la empresa Helilog, que presta servicios a Conaf. Desde los aires efectúa lanzamientos con un “bambi” que tiene capacidad para transportar 1.000 litros de agua.

Se formó en el Ejército del país vecino y en la aeronáutica cuando se preparó para la guerra de Las Malvinas en el 82’. El riesgo es algo inherente a su labor, por lo que se exige estar en alerta máxima para evitar poner peligro a la tripulación de la helitransportada, conformada por seis personas, que atacan los incendios.

“Hay poco margen para equivocarse, primero porque llevamos gente hasta el lugar del incendio, donde se desembarca. Ellos nos preparan el bambi, el helibalde, y comenzamos el combate. Hay poco margen de error porque a veces hay muchas aeronaves, pueden haber 12 o 15 todas trabajando juntas. Hay que separarse, entrar al fuego, protegemos a nuestra brigada apagando y brindando apoyo para ir acompañándolos y evitar inconvenientes, a parte de apagar el fuego. Eso implica que en la zona hay humo, calor que pueden llegar a 50 grados dentro del helicóptero. Eso es un instante. Hay cables, árboles. Todo eso obliga a estar muy atento”, explicó.

Al viajar al pasado sacó a la luz las experiencias límites que han marcado su carrera de piloto al servicio de las emergencias.

“Estaba el fuego que avanzaba y había una casa en el medio, la casa se iba a perder y estaba con el bambi, lanzó y me envolvió el humo, quedé ciego, perdí las referencias al entrar al humo de golpe, estaba todo blanco y afortunadamente pude salir, pero cuando salgo estaba cayéndome, obviamente recupere el vuelo”, recordó.

Para Luis el compromiso con el equipo y el respeto por cada eslabón de la cadena es la clave para responder adecuadamente en cada misión.

“Yo dependo de ellos en el suelo, sino me señalizan bien donde tengo que aterrizar, no puedo hacerlo. Mis ojos en el suelo son ellos y los ojos de ellos en el aire son los míos. Es realmente un equipo, no hay estrellas acá. (…) Hubo un incendio donde una brigada quedó atrapada, el fuego los empezó a envolver y con otro compañero entramos al fuego y los pudimos sacar. Esas cosas son muy reconfortantes”, expresó.

En base a su análisis de las condiciones del territorio local en el contexto de los siniestros forestales, estableció que “los incendios son más complejos en cordillera por los vientos ascendentes y descendentes, por la falta de fuentes de agua. Hay que hacer mucho vuelo para llegar a una fuente. Cuando el incendio es grande, Conaf desplaza unas peras que tienen 50 mil a 100 litros de agua al campo y uno toma agua de ahí, cuando hay escasez de fuentes. Hay formas de poder compensar esa falta de ríos, tranques, de lagos. Pero aquí en Ñuble hay un montón de fuentes de agua, así que va ser más efectivo llegar para comenzar a operar”, sostuvo.

Luis Abel Collovatti, piloto

“Mente fría y táctica”

En la base Kayser, en Coihueco, el ñublensino Héctor González (37) trabaja como jefe de Brigada en empresa Arauco, cumpliendo un turno de 10 por 5 bajo una disciplina, comentó, que se asemeja a la castrense. Lleva 12 temporadas a cuestas, tres como brigadista y el resto como líder de grupo.

En la actualidad trabaja en una helitransportada que interviene en el primer ataque al fuego. Desde las alturas y en comunicación con la central, preliminarmente monitorea el estado del incendio y los recursos a requerir. Luego aterriza y busca en un lugar de buena señal de radio para seguir reportando a la central el trabajo de control, la velocidad de propagación y el tiempo de extinción, entre otros, aspectos.

Su zona de cobertura abarca Coihueco, Chillán, San Fabián de Alico y parte de El Carmen, donde su equipo debe proteger de las llamas unas 20 mil hectáreas de producción forestal.

“La mayoría de los incendios empiezan en predios particulares y afectan a los terrenos de la empresa”, explicó.

A su juicio los incendios más complejos de combatir fueron los que ocurrieron en 2017 que calaron hondo en su rubro.

“Porque había muchos focos simultáneos. Había baja humedad relativa, mucho viento, calor extremo y mucha intencionalidad. Llegamos a incendios muy grandes y con pocos recursos, porque no dábamos abasto, no teníamos donde sacar más”, dijo.

Según Héctor, hasta ahora no ha sufrido ningún accidente, el entrenamiento y la disciplina, han influido, incluso su brigada ha sido reconocida con el sello “equipo seguro”.

De acuerdo a sus pronósticos, la nueva temporada de incendios forestales se viene compleja, lo que mantiene a las brigadas en alerta máxima.

“Hay mucho más pasto, entonces, en el verano el pasto es un combustible liviano, de una hora, ya está disponible para la emisión y va ser mucho más rápido el incendio. Va ser complejo este año porque va a ver mucho pasto seco, las temperaturas van a estar muy altas y una baja humedad relativa y mucho viento. Las condiciones atmosféricas no van a favorecer mucho. Todas las mañanas la central nos comunica si hay nivel verde, que no hay peligro de incendios, a veces naranjo o rojo que ya es extremo. Entonces nos preparamos, nos hidratamos bien”, analizó.

Héctor González, jefe de Brigada

Cifras

De acuerdo información entregada por Corporación Nacional Forestal, con fecha 26 de mayo de 2022, correspondiente a la temporada 2021-2022, en la región de Ñuble se han registrado 530 incendios forestales con una superficie afectada de 9.878,47 hectáreas. La mayor concentración de éstos ha sido en la provincia de Diguillín abarcando un 55% (294).

“Estamos trabajando mancomunadamente entre Conaf y las empresas forestales, para lo cual dispondremos esta temporada 84 brigadas, 15 aeronaves, 33 torres y cámaras de detección. En nuestro caso, además una central de operaciones, junto a otros recursos fijos y móviles”, informaron desde Conaf.

Por su parte, la Corporación Chilena de la Madera (Corma), informaron que al unificar los recursos del sector público y de las empresas forestales para fortalecer la labor de control de los siniestros, el país contará con 177 mil millones de pesos. De estos, 94 mil millones corresponde a la inversión de las empresas forestales para apoyar a Conaf y proteger los bosques de los incendios.

Además, precisaron que para la región de Ñuble, las empresas forestales van a destinar 511 brigadistas, mientras que, para Biobío, el personal alcanza los 850 brigadistas.

 

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