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La palabra de la filosofía hoy

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En una reciente entrevista, y a propósito de los efectos de la pandemia impuesta por el Covid-19, la filósofa estadounidense Martha Nussbaum, autora de textos tan fundamentales para la comprensión de la vida moderna como La fragilidad del bien; El cultivo de la humanidad; Las mujeres y el desarrollo humano: el enfoque de las capacidades; Sin fines de lucro y por qué la democracia necesita de las humanidades; ha planteado que estaríamos asistiendo a “un peligro mayor de aislarnos del resto, a medida que el miedo nos hace hiperconscientes de nuestros propios cuerpos y a medida que vemos a la mayoría de nuestros seres amados solo a través de una pantalla, y ni siquiera eso con el resto de la comunidad. Pero, al mismo tiempo, esta pandemia es una gran oportunidad para abrir nuestras vidas a las realidades de otros”.

Por otra parte, también en una entrevista para un medio escrito, Adela Cortina, filósofa española autora del polémico libro Aporofobia: el rechazo al pobre, ha remarcado a propósito de algunas reacciones políticas ciudadanas, que la solidaridad y la interdependencia no se improvisan. Y es que esas son cualidades humanas que requieren un cultivo habitual: “la lección esencial de todos los clásicos de la ética griega es que debemos cultivar día a día nuestras mejores dimensiones. Cuando llega la catástrofe y nos preguntamos qué hacer, vemos que hay que vivir del apoyo mutuo. Pero eso no se improvisa, como no se improvisa la justicia, la solidaridad o la compasión. Hay que cultivarlas a nivel personal y social”.

Asimismo, Byung-Chul Han, Daniel Innerarity, Fernando Savater, y otros tantos filósofos han sido consultados por diversos medios de comunicación para encontrar perspectiva, criterio, orientación, advertencias y propuestas que permitan, por una parte, comprender la condición humana bajo la superficie de la enfermedad, y por otra parte, con el propósito de encontrar en sus reflexiones un impulso para detectar o situar luces futuras en medio de tanta oscuridad.

No obstante, lo cierto es que en los tiempos modernos no es habitual encontrar a la filosofía en una posición relevante dentro de la opinión pública. De hecho, nadie podrá desconocer que muchos medios de comunicación prefieren dar espacio al discurso político -en su más precaria expresión- para dar cuenta del estado actual y próximo de la vida. Y cuando las voces de los políticos termina por cansar a la audiencia, entonces los medios recurren al sentir de economistas, psicólogos y gestores de los más diversos espectros del ámbito productivo. ¿Será acaso, como ha puntualizado Innerarity, que la gente recurre a los filósofos cuando ya está muy desesperada y la mirada superficial de las cosas ya no es suficiente?

Al respecto, me parece conveniente subrayar que el pensamiento filosófico es central, imprescindible, decisivo e ineludible en todo momento y no solo en circunstancias de crisis, porque como bien expresa Nussbaum, “la filosofía se plantea las grandes preguntas, esas preguntas que cualquiera que quiera vivir bien necesita plantearse: ¿qué es una buena vida?, ¿qué es una sociedad justa?”.

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