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La otra lección del virus

El impacto aún no cuantificado en las exportaciones chilenas que ha generado la crisis sanitaria por el brote de coronavirus en China sin duda será materia de análisis en los próximos años tanto para el Gobierno como para el sector exportador.

La paralización de los puertos y de la cadena logística en el gigante asiático mantuvo varados por varios días cerca de mil quinientos contenedores con productos chilenos, como fruta fresca, madera, celulosa y cobre, entre otros commodities, además de miles de litros de vino.

Ante esta situación, la preocupación se expandió rápidamente en Chile, en primer lugar, por la fruta fresca, que con el paso de los días corría el riesgo de deteriorarse -de hecho, hizo noticia el caso de un empresario que optó por donar cerezas-, pues ello significa vender a menor o precio o sencillamente, perder el embarque.

Con el transcurso de los días y tras el fin del feriado de Año Nuevo Chino que fue extendido debido a la crisis sanitaria, se esperaba que la actividad portuaria volviera a la normalidad y se activara la cadena de comercialización, pero ese proceso se ha ido dando más lento de lo esperado -debido a la crisis-, con graves consecuencias para los exportadores frutícolas.

En el caso de Ñuble, que envía a China el 58% de sus exportaciones silvoagropecuarias y el 92% de las cerezas, el escenario es poco alentador y los empresarios locales ya dan por descontado que sus retornos serán muy inferiores a lo que se esperaba antes de la crisis. Y es que las dificultades para comercializar cerezas y arándanos anticipan una caída en los precios que oscilaría entre el 30 y el 40 por ciento.

Pero entre todo el descalabro, también hay elementos que se pueden rescatar, como el rol que ha jugado el comercio electrónico en la cadena de distribución en China y las mayores eficiencias en tiempos de viaje de la fruta desde Chile hasta China, unido a una mayor vida en postcosecha gracias a nuevas variedades que se han introducido en el sector.

Tanto el país como la región están altamente expuestos a lo que ocurra en China, porque dicho mercado es por lejos su principal socio comercial, lo que abre nuevamente la discusión sobre la necesidad de diversificar no solo la oferta exportable, sino que también los destinos de las exportaciones.

En ese contexto, y para enfrentar una de las lecciones de esta crisis, es clave que los exportadores, apoyados por ProChile, intensifiquen sus esfuerzos en la búsqueda de nuevos mercados, por ejemplo, en el Sudeste Asiático, en Medio Oriente, en África y en Latinoamérica, donde los tratados de libre comercio son un importante aliado para acceder a dichas economías sin mayores barreras de entrada y en mejores condiciones que la competencia. Dicho sea de paso, hoy más que nunca es clave ratificar el TPP-11 en el Congreso chileno.

Ciertamente, los envíos de Ñuble no se diversificarán de un año a otro, pero sí es importante seguir avanzando por ese camino, quizás con mayor celeridad, porque así como ha ocurrido en ocasiones anteriores, la evidencia demuestra que poner todos los huevos en la misma canasta nunca ha sido un buen negocio.

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