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La gran deuda en salud mental que revela el descontento social

“Violencia es que el doctor me vea una vez al mes cuando tengo depresión”, reza uno de los carteles que portaba un manifestantes en medio de una masiva marcha por el centro de Chillán.

La petición muestra un lado invisibilizado dentro de las demandas ciudadanas reveladas en el conflicto social. La salud mental.

La oportunidad y calidad de la atención que ofrece el sistema público de salud en esta especialidad médica, quedó también en entredicho tras el estallido.

Especialistas se hacen eco de aquello y si bien reconocen la existencia de mayores programadas de salud mental en diferentes áreas, la cobertura es escasa, lo que actualmente no garantiza un tratamiento adecuado.

Las demandas en salud mental expresadas durante las manifestaciones, “se asemeja mucho con realidad hoy y el nivel de ansiedad y de estrés que trae el aumento de estas patologías refleja lo que sucede, las falencias en salud mental fueron haciendo presión hasta que reventó”, reflexiona el psicólogo clínico, Luis Sepúlveda.

El profesional reconoce que buena parte de las principales patologías mentales se explican por las iniquidades que enfrenta a diario la población.

“Trabajamos con personas que sienten, que sufren, cuando por ejemplo llega la adulta mayor con un cuadro de ansiedad porque no sabe si su plata le va a alcanzar hasta fin de mes, son demandas concretas que tienen trasfondos, no más AFP, un sueldo más justo, tienen un impacto en las personas, comienzan a generar ansiedad, cómo lo voy a hacer para llegar a fin de mes y generan impactos negativos, no duermen bien en la noche, nosotros vamos a eso, se entiende que el estallido social son demandas concretas, detrás hay una familia que sufre, que genera más ansiedad, estrés e incluso más grave, como el suicidio, los adultos mayores son los que más se suicidan en Chile”, sostiene.

“Mucho de lo que sucede es odio y rabia acumulado durante largo tiempo y bastó que algunos se saltaran el metro para comenzar todo”, afirma.

Para la psicóloga Claudia Vásquez Rivas, docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Bío Bío, “no hemos sido capaces -como sociedad- de generar condiciones relacionales en las cuales no tan solo miremos el tremendo dolor, rabia y sentimientos de injusticia que muchos integrantes de nuestra sociedad han albergado en sus cuerpos y mentes, sino que podamos actuar con una genuina empatía, que movilice conciencias y permita entender y actuar para generar interacciones en las cuales se abogue por acortar las brechas y mejorar las condiciones de vida de todas las personas”.

Consultas en Ñuble

23.042 personas están en control en alguno de los centros públicos de salud de la Región de Ñuble por problemas de salud mental, según datos proporcionados por el Servicio de Salud Ñuble a LA DISCUSIÓN.

9.012 personas se controla por trastornos de ansiedad; 5.234 por depresión leve y 1.403 por problemas asociados al consumo de alcohol y drogas.

Además se mantiene una red de atención integral en salud mental en Ñuble. Mientras en la atención primaria, todos los centros de salud familiar cuentan con un equipo de salud mental (psicólogo, trabajador social y médico general), para la atención de especialidades se encuentra el Policlínico de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Clínico Herminda Martín y dos Centros Comunitarios de Salud Mental (COSAM), ubicados en Chillán y San Carlos, a cargo de un equipo integrado por distintos profesionales.

Existe además el Centro de Tratamiento y Rehabilitación en Drogas (CADEM) en Chillán, para usuarios con problemas por el consumo de alcohol o drogas, mientras que para pacientes con trastornos psiquiátricos severos, se encuentra disponible una Unidad de Hospitalización de corta estadía en el Hospital Clínico Herminda Martín y otra de atención ambulatoria que se entrega en los Hospitales de Día, ubicados en Chillán y San Carlos.

Esfuerzos insuficientes

Los esfuerzos de la salud pública, se tornan insuficientes debido, sostienen los especialistas, al escaso aporte del presupuesto de salud, a la salud mental.

“El gasto público que efectivamente se destina a salud mentales de sólo el 2%, lo que es muy poco, en los hospitales públicos la demanda es tan grande que uno ve a los pacientes solo una vez al mes, lo que para la efectividad de la sicoterapia es casi nula, uno esperaría verlos una vez a la semana al menos para tener un impacto positivo, pero es tan alta la demanda que la atención no da abasto, las agendas de los psicólogos están colapsadas. Además las sesiones son de 30 minutos, una vez al mes, cada mes y medio, eso no basta para escucharla adecuadamente y guiarla”, sostiene Luis Sepúlveda.

“Sólo por hacer mención a algunas cifras referidas por investigadores nacionales, Vicente, Saldivia y Pihan (2016) alrededor de un tercio de la población mayor de 15 años ha sufrido un trastorno psiquiátrico en su lapso de vida, correspondiendo a los trastornos de ansiedad, la depresión mayor y trastornos por consumo de alcohol, los mas presentes en población adulta. En población infantojuvenil, un 22,5% presenta algún diagnóstico psiquiátrico, centrados especialmente en trastornos de ansiedad y disruptivos. Si consideramos que solamente el 38,5% de quienes han sido diagnosticados reciben algún tipo de atención de salud mental, tenemos un gran número de personas que no están siendo adecuadamente atendidas en sus necesidades de salud mental con lo cual se corre el riesgo de empeorar en su sintomatología, cronificarse en su enfermedad y deteriorar significativamente su calidad de vida personal y familiar”, advierte Claudia Vásquez.

La académica destaca los esfuerzos puestos desde el 2014 en adelante en Ñuble, en la atención en salud mental infantoadolescente, a través de implementación de medidas y programas efectivos en la prevención del suicidio. “La Dra. Claudia Quezada, Jefa de Salud Mental del SSÑ, lideró el programa La Alegría de Vivir, experiencia modelo que ha permitido mantener una disminución sostenida de los suicidios en nuestra región. Sin embargo, destaca que las edades en las cuales se efectúan intento de suicidio ha disminuido, reportándose casos de intento con solo 9 años de edad”, manifiesta.

Existen al menos tres focos importantes a nivel regional que constituyen un desafío, plantea. “La salud mental de los y las adultos y adultas mayores, pues tenemos un aumento a nivel nacional de los suicidios en este grupo etario. Hace poco mas de un mes, el Minsal publicó la primera guía para la prevención del suicidio en adultos mayores, tal como anteriormente publicó la guía de prevención del suicidio en universitarios. Este ultimo grupo etario es otro de los focos de interés, pues las movilizaciones estudiantiles del pasado invierno nos han mostrado que es un tema relevante del cual las instituciones de educación superior tienen del deber ético de hacerse cargo y que daría para explayarnos en otro espacio en relación a los múltiples factores que pueden estar incidiendo. No puedo dejar de mencionar el desafío permanente que implica la atención de niños y niñas menores, pues la premisa básica es atender tempranamente problemáticas en el ámbito de la salud psicológica, haciendo de todos los espacios educativos escenarios de desarrollo saludable, espacios de bienestar en los cuales transcurra el proceso de aprendizaje”.

Propuestas para mejorar la cobertura

Ambos profesionales consultados por LA DISCUSIÓN, plantearon propuestas concretas sobre las cuales debieran estar orientados los esfuerzos del Estado para mejorar la cobertura en salud mental.

“Un punto que creo fundamental es poder dar espacio a la presentación y discusión de una ley de salud mental, que cumpla con los estándares internacionales y que permitan ampliar el modelo biomédico y los criterios considerados en los sistemas de clasificación para las enfermedades de salud mental (DSM y CIE), que están instalado en muchos profesionales vinculados al tratamiento, prevención y promoción en salud mental. De hecho, el mismo término salud mental es algo cuestionable, por qué no hablar de salud psicológica. Necesitamos disponer de un marco regulatorio que contemple una mirada integral del ser humano, en todas sus dimensiones, no tan solo desde el modelo biomédico”, explica Claudia Vásquez.

La académica plantea además una necesaria “voluntad política para financiar proyectos que permitan entregar una mayor calidad en la atención en salud mental, dado por una mayor continuidad de los tratamientos, de espacios para atención no hospitalaria que permita atender a las personas en forma integral, con equipos multiprofesionales, habilitados a través de procesos de formación y perfeccionamiento continuo y que consideren no solo lo patológico del paciente sino que aboguen por potenciar sus recursos psicológicos y áreas de funcionamiento sano”.

Luis Sepúlveda enfatiza la necesidad de aumentar los recursos públicos para salud mental.

“A nivel de políticas públicas yo considero que estamos al debe, muy por debajo a los países desarrollados y lamentablemente el presupuesto no es el adecuado, hay que invertir en psicólogos y psiquiatras, los psiquiatras en general no atienden por Fonasa, no hay ninguno en Chillán, lo que encarece la salud mental y hay muy pocos en el sistema público y psicólogos, terapeutas ocupacionales y monitores que ayuden en este proceso, se necesita esta integración de los profesionales para entregar un tratamiento integral. Si queremos personas felices necesitamos invertir en salud mental”, precisó.

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