Ha pasado un buen tiempo desde el plebiscito del pasado 25 de octubre, el que entregó una radiografía fuerte de una realidad que hablaba por todos lados, pero que no era palpable.
Pero, ¿qué ocurría con la elite chilena, en relación a la realidad del resto del país? El “rechazo” marcó un 22% a nivel nacional, y la votación se concentró principalmente en tres comunas del país, las más acomodadas de Chile.
Otro dato duro. Un estudio realizado por un grupo de universidades capitalinas (las universidades Católica y Diego Portales, entre ellas), entrevistó a 137 ejecutivos, incluyendo integrantes de directorios, gerentes generales y de operaciones de las empresas más grandes del país, estableció que la elite económica no reconoce el rol social del Estado, lo que se reflejaría en las políticas públicas que se han implementado en el último tiempo.
En el estudio también se consultó a políticos, integrantes del Poder Judicial y líderes de opinión.
En los últimos días, además, se han sumado declaraciones como las entregadas por el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), Ricardo Ariztía, quien dijo a Radio Futuro que “falta gente que no llega a trabajar porque reciben los bonos del Gobierno. Porque las mismas personas que buscan trabajo así lo explican. ‘Si el Gobierno me está poniendo los bonos, para que voy a salir a trabajar’”.
La anterior, una frase que, lamentablemente, se emparenta con otras que se escucharon previo al estallido social.
Visión académica
Entonces, parece evidente la desconexión de los grupos de poder con la realidad del ciudadano común. Desde la academia, al menos, concuerdan, particularmente por el modelo segregado que nos rige.
La directora del departamento de Administración Pública y Ciencia Política de la Universidad de Concepción (UdeC), Violeta Montero, dijo que “sus miembros, especialmente quienes hoy se encuentran en posiciones de influencia, y sus hijos, tienen experiencias distintas al conjunto de la ciudadanía. Van a colegios particulares, viven en condominios o barrios exclusivos y comparten vivencias alejadas de la ciudadanía que va a colegios municipales y transporte público. Lo más grave de este modelo en Chile es que no tienen espacios de confluencia e interacción, lo que explica y perpetúa la distancia y eventual polarización social”.
La también doctora en sociología agregó que “a la profundización de la distancia entre elites y ciudadanía se le debe sumar la dificultad de captar algunos aspectos subjetivos del malestar y agobio provocado por la pandemia y sus múltiples efectos”.
La administradora pública, Karla Muñoz, sostuvo que “hay un grupo político y económico que se encuentra encapsulado y que no tiene contacto con el otro Chile. No ven la vulnerabilidad y la segregación que hay en el país. A esto se suman declaraciones dolorosas y que no son sacadas de contexto”.
Para Muñoz, se necesita participación de la ciudadanía en las decisiones políticas. “Se necesita hacer un esfuerzo para comprender. Siempre vamos a estar representados por autoridades y ellos deben ser los mejores, es clave superar la decepción que hay con la política”.
Opinión política
La política también es considerada una elite y sus actores consideran que esta desconexión ocurre por una crisis del sistema.
El diputado, Gastón Saavedra (PS), cree que el envío al TC del proyecto por el tercer retiro de los fondos previsionales y las declaraciones de líderes empresariales dejan evidencia la desconexión con el Chile real. “No se ha dimensionado la crisis sistémica en la que está sumido el país, de ahí lo erráticas que resultan las medidas tomadas por el gobierno, las que han sido insuficiente y tardías”, sostuvo el legislador.
Leonidas Romero (RN) opinó que “aquí hay una desconexión de todos. Creo que el Presidente de la República es el más desconectado de todos. Llega tarde y ha actuado en forma mezquina ante la pandemia, llegó tarde y en forma cobarde”.
Texto: Marcelo Castro- Diario Concepción