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¿Irresponsables o corresponsables?

Las mujeres tradicionalmente han tenido mayores dificultades de inserción laboral. Primero porque por ley es más costoso contratarlas y porque, además, cultural e históricamente se les asigna un rol prioritario en relación al cuidado de otros. La reciente encuesta Cadem relevó que las mujeres están dedicando en promedio 8 horas al cuidado de niños y niñas, mientras que los hombres sólo 4 horas.

Con la crisis sanitaria ya se han perdido alrededor de 800 mil puestos de trabajo femenino en Chile y alrededor de 290 mil han suspendido sus contratos. Sumado a esto, los rubros más golpeados por la pandemia son aquellos en los cuales se concentra el empleo femenino como alimentación y alojamiento, actividades inmobiliarias, manufactura y comercio.

En este contexto, se instala con fuerza el debate sobre la corresponsabilidad que se define cómo “el reparto equilibrado de las tareas domésticas y responsabilidades familiares, en términos de la organización, cuidado, educación y el afecto de personas dependientes dentro del hogar, a fin de distribuir de manera justa los tiempos de vida de mujeres y hombres”. En sociedades como la nuestra donde la corresponsabilidad es muy baja, frente a crisis como enfermedades, desastres o guerras, siempre se terminan acentuando las brechas de género.

Para abordar esta situación no podemos esperar un cambio cultural ya que estos son procesos muy lentos. En el impulso de la corresponsabilidad deben tomar un rol activo la sociedad, los privados y el Estado. Se requiere una intervención coordinada y conjunta en las condiciones de desigualdad de género en el ámbito laboral, con participación de los ministerios pertinentes y alianzas público privada. Es decir, las políticas públicas para la reactivación económica y del mercado laboral deben incluir una perspectiva de género.

Ya se está avanzando con iniciativas como la de la Cámara Chilena de la Construcción, en alianza con Ministerio de la Mujer, que buscan capacitar, implementar medidas de equidad de género en los procesos de las licitaciones y mejorar las condiciones de contratación de mujeres e incorporarlas en áreas masculinizadas, como la minería y la construcción. Se ha mejorado el acceso a los instrumentos de financiamiento de pymes lideradas por mujeres y en cierta medida favorece la contratación de mujeres el Programa Subsidio al Empleo, del Ministerio del Trabajo, con sus líneas “Contrata” (nuevos trabajadores) y “Regresa” (trabajadores con contrato suspendido).

Pero el plan “Paso a Paso, Chile se recupera” pone el foco en la creación de empleos ligados al área de la construcción de obras públicas (las mujeres participan solo 6% ahí) y no se enfoca en rubros donde se concentra el empleo femenino. Tampoco se aborda el problema de fondo cual es que se requieren políticas públicas integrales para abordar el cuidado de miembros del hogar. Seamos corresponsables y consideremos lo que ha señalado la Organización Internacional del Trabajo: la pandemia ha provocado que las tasas de participación y ocupación laboral de las mujeres hayan retrocedido a niveles previos a 2010 y que, si no se hace algo, recuperar el nivel de participación femenina del 2019 podría tardar 30 años.

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