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Incertidumbre

Tal como ocurrió en el Gobierno anterior, nuevamente la incertidumbre se ha apoderado de los agentes económicos, posponiendo decisiones de inversión y de consumo, en un escenario complejo que requiere con urgencia una inyección de dinamismo.

Esta semana partió con dos malas noticias: el Imacec de junio, que alcanzó un mediocre 1,3%, muy por debajo de lo esperado por el mercado; y la decisión de China de devaluar su moneda para enfrentar los embates de la guerra comercial con Estados Unidos.

Claramente, para una economía pequeña y altamente expuesta a los vaivenes del comercio exterior como la chilena, el panorama no es auspicioso. Las proyecciones de crecimiento para este año se siguen recortando debido a una expectativa de un menor precio del cobre, afectado al igual que otros commodities por la desaceleración de la economía china.

Sin embargo, no toda la culpa del discreto desempeño de la economía chilena se le puede atribuir a la guerra comercial, como ha afirmado el ministro de Hacienda, Felipe Larraín. Y por más que el secretario de Estado intente entregar optimismo, es irresponsable jugar con las expectativas al asegurar que habrá una recuperación el segundo semestre, considerando el complejo pronóstico que los mercados mundiales hicieron tras la devaluación del yuan.

Conviene entender que una menor demanda china impactará inevitablemente los precios de las materias primas que exportan países emergentes como Chile, y que la apreciación del dólar respecto al yuan también presionará a la baja los precios que pagará China por los bienes importados.

Y a nivel interno, mientras no se concreten anuncios que los inversionistas esperan hace rato, como la nueva baja de tasas del Banco Central, la aprobación del proyecto de modernización tributaria o la ejecución de proyectos de obras públicas, no habrá crecimiento ni generación de empleos. A esos elementos se debe añadir el ruido que ha generado la discusión de un proyecto de ley que reduce la jornada laboral, que en caso de aprobarse e implementarse, encarecería la mano de obra.

En Ñuble, los efectos del complejo escenario externo también se han percibido, pero ha sido principalmente la incertidumbre de los tomadores de decisión el factor clave que ha frenado proyectos de inversión. A ello se suma el compás de espera por la paralización de la construcción del embalse La Punilla y la prolongada tramitación legislativa de la reforma al Código de Aguas, rechazada por los gremios de agricultores y regantes, quienes esperaban que este Gobierno pudiera evitar su aprobación en los términos en que fue despachado por la Cámara de Diputados, lo que en las regiones agrícolas también ha sido un factor de freno en las inversiones.

Es muy probable que pese a los esfuerzos del gobierno regional este año la economía de Ñuble no se logre poner en marcha, y que tampoco lo haga el país, sin embargo, en la medida que los factores de incertidumbre se puedan ir eliminando, aún existe la esperanza de una necesaria reactivación.

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