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Hospital conmemora Día Internacional sobre la muerte gestacional

Este sábado se conmemoró el Día Internacional de Concientización sobre la muerte gestacional, perinatal y neonatal. Una fecha que invita a reflexionar sobre los procesos de duelo que viven las madres y padres que pasan por estas experiencias y que este año tuvo una connotación especial tras la implementación de la Ley Dominga.

En septiembre de 2021 fue promulgada, gracias a las gestiones de Aracelly Brito. Ella, junto a su pareja, Maximiliano González enfrentó la muerte de su hija Dominga en su vientre a las 36 semanas de gestación. Una experiencia donde sintió que fue vulnerado su rol de madre producto del trato que le dio el personal de la clínica donde estuvo internada.

Esta normativa establece que todas las instituciones de salud deben contar con un protocolo en caso de muerte perinatal con manejo clínico y acompañamiento psicoemocional para contener a la madre, al padre y al núcleo más cercano. Actualmente, de acuerdo con el cronograma del Minsal, todos los centros de salud del país, incluido el Hospital Clínico Herminda Martin, están en la fase de implementación de la ley.

Sin embargo, en el hospital de Chillán comenzaron a trabajar en el tema desde el 2018 con una iniciativa llamada El Vuelo de la Mariposa.

“Hemos iniciado capacitaciones en duelo a todo el personal, profesionales y no profesionales, para justamente visibilizar lo que hoy materializa esta Ley Dominga y que tiene que ver con el trato afectuoso y respetuoso del proceso”, detalla la matrona María Teresa Higuera, gestora de los Cuidados de Matronería del HCHM.

En la institución se registra diariamente al menos un caso de muerte gestacional, a veces hasta cinco en un mismo día, teniendo un promedio de 350 pérdidas al año.

Ante este escenario, la profesional ha encabezado un equipo que ha permitido generar distintos avances, los que han consistido en la delimitación de espacios para que las mujeres que están en un proceso de duelo perinatal no estén en las salas donde hay otras mamás embarazadas o que han tenido a sus bebés vivos; generación de recuerdos, a través del estampado de pies y manos en material termolaminado con el nombre del hijo o hija fallecida o la entrega de una copia del brazalete de identificación que portó el o la bebé; acompañamiento, permitiendo un periodo de apego que puede extenderse por horas para los padres, de manera que puedan tener un momento de despedida física.

En el futuro, se espera contar con una toma de fotografías, si es que los padres lo desean.

Además, la matrona agregó que “se les entregan estos recuerdos y posteriormente siempre un proceso de duelo tiene, aparte del equipo clínico, una compañía psicosocial. Tenemos psicólogas y trabajadoras sociales que acompañan todos los procesos de duelo, ya sea por aborto, cuando son menores de 22 semanas, o por pérdidas gestacionales, cuando son mayores de 22 semanas, e incluso en la neonatología”.

Estos nuevos protocolos, que enfatiza la ley, son importantes porque en el abordaje habitual de este tipo de duelos ha existido una minimización del hecho, tanto del entorno sanitario como en el social, que ha provocado que muchas personas que lo sufren lo vivan en soledad y sin poder expresar lo que sienten o sin ser acogidas adecuadamente durante este proceso. Y aunque, los cuidados no pueden eliminar el dolor y la devastación, la insensibilidad y la mala atención sí pueden empeorarlos.

Malas prácticas

“A mí me hubiese gustado que las cosas hubieran sido diferentes en esos años, Ahora se le coloca nombre, antes era un feto, como que no era importante y sí lo es”, declara Susana Figueroa.

En el verano de 1996, a un año de su matrimonio, estaba preparada para recibir a su primogénita Melisa Dayane. Su embarazo se desarrolló de manera normal, sin signos de alerta para la bebé o para ella. Por eso, cuando a las 38 semanas de gestación comenzó a sentir repetidas contracciones, supo que el momento había llegado. Una tarde de enero acudió con su esposo Danilo al centro de salud público más cercano. Aunque las contracciones existían, los doctores la derivaron a su casa por falta de dilatación.

“Me decían que era alharaca y que aguantara, que por algo me había gustado tener hijos. Todas esas cosas te duelen, aparte de que es tu primera experiencia y tienes miedo”, manifiesta.

En la última visita al hospital, ya sin dolores, pero con la presión alta, Susana supo que algo no estaba bien. Del parto recuerda pocas cosas. Entre ellas, la ausencia de su pareja, ya que no lo dejaron pasar, y cuando le cortaron el cordón umbilical a su hija. Esa sería la primera y última vez que la vería. Según cuenta “la decisión la tomó mi familia porque a mí en el hospital no me preguntaron nada. La sacaron de ahí y la llevaron a enterrar porque creían que así me hacían menos daño. Lo ideal hubiera sido que yo la hubiese visto o vestido”.

María Teresa explica que en general, tanto los profesionales como las familias, están preparadas para el nacimiento, pero no para la despedida. Es por ello que han tenido que capacitarse para que el momento de dar esa noticia tan dura sea con un equipo acogedor y respetuoso.

“El duelo de una pérdida gestacional es más complejo porque se vive debajo de la piel. Es alguien que estuvo dentro de ti, que cambió tu cuerpo para habitarlo y lo deshabita cuando tú no estabas preparada. Entonces te quedas con el cuerpo preparado para recibir y esa persona ya no está”, sostuvo.

La experta también enfatizó que “el objetivo es concientizar y visibilizar respecto de esto y ser muy respetuosos, cambiar un poco el léxico de cómo abordamos a una persona que ha perdido un hijo”.

Cambios culturales

Cuando Aracelly propuso la Ley Dominga, comentaba que buscaba garantizar “medidas que deberían ser de sentido común”, las que hasta ese momento parecían ser prácticas arraigas en el sistema de salud. Una de las que más les afectaba a las madres y padres era el trato verbal que recibían por parte de los funcionarios y funcionarias. El que podía ser desde el uso de tecnicismos hasta frases desacertadas.

En las capacitaciones que ha recibido el personal del HCHM, también se han enfocado en mejorar el vocabulario a la hora de informar y contener a las personas afectadas.

“Hay que tratar de evitar terminologías que tengan que ver con el feto, el óbito o la muerte, porque en el fondo para nosotros este es el lenguaje técnico, en todos los libros así está descrito, pero para las personas que viven el duelo es un hijo o hija que partió, entonces estamos tratando de incorporar esa verbalización”, informa la matrona.

Además, se recomienda evitar frases como: “No te preocupes, sé fuerte”, “Son jóvenes, van a poder tener otro hijo”, entre otras. Susana esperó siete años para tomar la decisión de embarazarse nuevamente y reflexiona que “es un error muy grande eso de creer que con otro hijo se reemplaza lo que tú pasaste”.

A partir de estas experiencias, los profesionales de la salud también han aprendido a ser más empáticos y a desbloquear sus propias emociones al tratar estos casos. Higueras destaca que “el cambio más importante es que el personal de salud se ha atrevido a develar en el fondo qué es lo que le pasa con esto y cómo sí les afecta y sí sufren y de repente no saben qué decir. Entonces hemos estado trabajando en una capacitación con una psiquiatra que es especialista en duelo y justo lo que hemos ido viendo se ve reflejado un poco en la Ley Dominga”.

Redes de apoyo

A nivel nacional existen diversas organizaciones y fundaciones que apoyan a padres en duelo, tales como Duelo y Arcoíris; Fundación Amparar; los libros de recuerdos y la Fundación Amparo. En esta última se conocieron Josefina Venegas y la pareja de muralistas Leslie e Isaac, quienes al descubrir que eran ñublensinos decidieron crear, junto a otra pareja, la agrupación ReBrotar, mapadres en duelo.

“La agrupación busca visibilizar el proceso de duelo que transitamos nosotros como papás por las muertes de nuestros hijos a través del mural en espacios públicos y la creación de recursos audiovisuales”, detalla Josefina. Ya cuentan con más de mil seguidores en Instagram.

Estas tres parejas han encontrado una forma de vivir y superar este proceso a través del arte. Durante este año ya han pintado dos murales: uno en San Carlos, llamado El Rin del Angelito, y otro en Chillán. Este último se puede encontrar en Avenida Argentina, frente al supermercado Cugat. Y cuenta con la particularidad de que en cada estrella pintada hay un nombre de un hijo o hija que tuvo una muerte gestacional.

Josefina detalla que “más de 350 personas nos hablaron por internet y nos pidieron que pusiéramos los nombres de sus hijos en el mural y ese simple gesto, al ser público y visible, ha sido un acompañamiento emocional para los papás, por eso nosotros queremos seguir haciéndolo y estamos disponibles para viajar a otras ciudades”. Este viernes, la agrupación se presentó con un stand en el Hospital Clínico Herminda Martin para conmemorar el Día Internacional sobre la muerte gestacional, perinatal y neonata

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