Señor Director:
Hace un año, el proyecto de escaños reservados para pueblos indígenas inició su tramitación con la auspiciosa declaración a favor de todas las coaliciones políticas. Sin embargo, pronto quedó claro que sería muy difícil llegar a un acuerdo y que la forma en que se entendía, particularmente en el oficialismo, la representación indígena estaba mediada por el cálculo político, el temor de perder los 2/3 del quórum y muy poco conocimiento de las demandas de los pueblos indígenas.
Recién el jueves pasado, tras un largo atraso legislativo que impidió que se aprobara antes del plebiscito, la comisión mixta aprobó un proyecto que garantizó 17 escaños para los pueblos indígenas y 1 para el pueblo tribal afrodescendiente dentro de los 155 de la Convención Constitucional, garantizando la representación de todos los pueblos.
No fue un acuerdo fácil y se sacrificó mucho en el camino, puesto que la oposición cedió en dos de los temas más significativos: la posibilidad de que la autoidentificación se diera al momento de votar, creando una suerte de padrón electoral de muy difícil implementación, y que los escaños fueran supranumerarios, afectando la proporcionalidad y la representación especial indígena, temas fundamentales levantados por las organizaciones indígenas. Sin embargo, estoy convencida que se puede celebrar la posibilidad inédita de que la CC tenga 17 escaños para los pueblos indígenas como un primer paso en el reconocernos como una sociedad plurinacional, donde sus pueblos son capaces de dialogar con respeto y dignidad. Espero que la Cámara de Diputados y el Senado aprueben con la rapidez necesaria este proyecto; el 11 de enero es el último plazo para inscribir las candidaturas y los pueblos indígenas no saben cómo se concretará su participación política.
Antonia Rivas Palma Abogada, doctora en Antropología
