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Entrevista: Alejandro Witker Velásquez

Mauricio Ulloa

Con 89 años, se ha desempeñado como historiador e investigador del patrimonio de las regiones del Bío-Bío y de Ñuble. Conocimientos que se ha dedicado a difundir en sus más de 25 libros y folletos sobre historia, cultura y política local.

Nació el 8 de mayo de 1933 en Chillán, ciudad donde cursó sus estudios básicos y medios para luego migrar a Concepción y titularse como Licenciado en Historia y Geografía. Entre sus obras destacan títulos como: Una vida por la democracia y el socialismo: Semblanzas de Allende (1988), La silla del sol: Crónicas ilustradas de Ñuble (2002) o Tomás Lago: Memorial cultural de Ñuble (2006). Aunque, considera que su principal proyecto es la Revista Quinchamalí. Artes, Letras y Sociedad, publicación que fundó y lidera hace más de diez años.

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En la actualidad, Witker está enfocado en terminar sus trabajos inconclusos, publicar cartas sobre la contingencia nacional, la última fue El Dedo de Lagos, y en lanzar el próximo número de la revista sobre la “patria rural”. 

¿Por qué usted considera tan importante rescatar el patrimonio y la historia de una región como Ñuble?

Para mí el primer signo de cultura de una persona es saber dónde está parada. Y estamos parados sobre un proceso histórico. Todo lo que somos y que nos rodea es producto de un largo proceso histórico y por eso, junto con estudiar la historia de la humanidad o nacional, hay que también estudiar la historia local. La historia del escenario donde uno vive o nació. Este también fue uno de los motivos para fundar la Revista Quinchamalí.

¿Cómo cree que será enseñado a las próximas generaciones el periodo histórico de la crisis sanitaria?

La pandemia está afectando a la civilización en su conjunto, a la economía mundial, a las relaciones internacionales. Usted ve cómo el comercio ha experimentado grandes cambios con la entrega a domicilio de muchos productos, las compras por internet o el trabajo online. Y si bien esto de alguna manera se veía venir, la pandemia lo ha acelerado. Por otro lado, también ha puesto en tensión los servicios de salud. Y en Chile, tanto la salud pública como privada han respondido muy bien porque se han concertado en servir a la sociedad.

¿A qué cambios tuvo que adaptarse usted durante la pandemia?

Yo soy una persona de avanzada edad y, por lo tanto, para mí todo el mundo digital es un desafío tremendo. Es una tecnología prácticamente de otra época, sin embargo, he tenido que hacer un esfuerzo y a través de Zoom he podido trabajar con mi secretaria y con mis colaboradores. También he dado conferencias y participado en seminarios, coloquios y eventos en otras regiones del país sin moverme de mi casa. Ha habido que adaptarse porque lo exigen las circunstancias.

A menos de dos meses del plebiscito de salida para Aprobar o Rechazar el proyecto de Nueva Constitución, ¿cómo evalúa el desempeño de la Convención?

Creo que la Convención Constituyente ha sido uno de los capítulos más bochornosos de la historia política del país. Ha primado la ignorancia, el sectarismo y la vulgaridad. El proyecto que se propone al país conduce prácticamente a un riesgo de destrucción de la nación chilena y a un frenazo al desarrollo económico del país. Yo desde luego votaré en contra.

¿Se imaginaba que se desarrollaría de otra forma este proceso constituyente?

Desde luego, una Asamblea Constituyente debe conducir a buscar una Constitución que una a la sociedad y no la divida. (…) La inmensa mayoría de la población concurrió a votar por una Nueva Constitución que mejorara lo que existía, pero aquí se destruyó lo bueno que había. El presidente Ricardo lagos ha dado en el clavo, hay que seguir discutiendo y centrar el propósito en una casa común.

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