Embalse Punilla, un siglo de historia (Parte I)
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Pese a la realización de estudios técnicos, económicos, sociales y ambientales con resultados positivos, el proyecto embalse La Punilla está pronto a cumplir un siglo de espera.
Este proyecto de embalse almacena 625 millones de m3 de agua con una central hidroeléctrica que generaría 94 MW, aumenta los predios agrícolas a 70 mil hectáreas de las comunas de San Carlos, Chillán, Ñiquén, San Nicolás, Coihueco y San Fabián y mejora la irrigación de un 34% a un 85%. Tiene un costo de US$426 millones, considerando obras propias del embalse, caminos y puentes, expropiaciones, mitigación y compensaciones ambientales, mejoramiento y adaptaciones de red de canales y una central hidroeléctrica.
Nunca en la historia hemos estado tan cerca de la ejecución de la obra, sin embargo, por diferentes razones aún no comienza su construcción. ¿En qué hemos estado en el último siglo?
Ya en 1920 se hablaba de construir una represa en el río Ñuble, en un estrecho cordillerano denominado “La Punilla”. Recién en 1950 se hacen los primeros estudios para represar agua en “La Punilla” con 440 millones de m3 de capacidad y, en 1965, la consultora inglesa Rendel, Palmer y Tritton avanza en los estudios desplazando la ubicación de la represa por la detección de una falla geológica y propone la implementación de una central hidroeléctrica.
En la década del ’70 la Junta de Vigilancia del Río Ñuble (JVRÑ) realiza el estudio de prefactibilidad del embalse de San Fabián para regular el río en los meses críticos del período de riego mediante el almacenamiento de 100 millones de m3. Tras estudios realizados por la Universidad de Concepción, el proyecto fue presentado ante autoridades, pero no se logró que la Comisión Nacional de Riego (CNR) lo acogiera como una alternativa viable.
Recién en los ’90 se profundizan los estudios anteriores y se logra un aporte del Gobierno Regional de $120 millones, obtenidos por la JVRÑ y consejeros regionales, para retomar y actualizar el estudio del Embalse de San Fabián. En tanto se reinician en forma paralela los estudios de factibilidad del embalse La Punilla.
El año 2001 las autoridades de la época dan a conocer los resultados de ambos estudios, resultando más rentable La Punilla. Así, en una reunión realizada en San Carlos, con la participación de autoridades, se realiza el lanzamiento de este embalse, su cronograma y el inicio de los demás estudios.
La década siguiente se realizan todos los estudios técnicos (agro y socioeconómico, hidráulico, jurídico y ambiental), el Consejo de Ministros se reúne y acuerda la realización del embalse La Punilla, encomendando a la CNR y a la DOH realizar el análisis jurídico que proporcione la mejor fórmula para llevar a cabo el proyecto.
Se presentan las formas de financiar las obras: obras mayores DFL N° 1.123, concesiones o un sistema mixto. Se generan muchas reuniones entre autoridades y beneficiarios, entrampándose la decisión por desacuerdos en cuanto a la forma de financiamiento y los derechos de agua involucrados.
Finalmente, el año 2010 el Estudio de Impacto Ambiental queda con calificación favorable por parte de la Comisión Regional de Medio Ambiente del Biobío.
Entonces, ¿qué nos detiene? Las respuestas llegarán en una nueva columna el próximo lunes.