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El valor de la vida humana

Cuando se conoció la noticia de la muerte de Steve Jobs (1955 – 2011), el precio de las acciones de Apple – empresa de la que fue cofundador – cayeron en 2%; en cifras, la pérdida en el valor bursátil de la empresa alcanzó los mil millones de dólares.

A 3 meses de ocurrida la pandemia de Covid-19, a nivel mundial se han confirmado 700 mil infectados y han fallecido más de 31 mil personas producto del virus. El Fondo Monetario Internacional ha declarado que la economía mundial entró en recesión y estima que “será peor a lo ocurrido en 2009”. Esto significa que, la emergencia sanitaria costará 1,5% del PIB mundial (1,3 millones de millones de dólares).

En Chile, al 29 de marzo de 2020, la pandemia ha costado 7 vidas; confirmados más de 3 mil contagiados y una pérdida del patrimonio bursátil del orden de los 2 mil millones de dólares.

En el año 2018, en el mundo murieron cerca de 15 mil niños menores de 5 años por día; en dicho año, el PIB mundial creció un 3,7%. En Chile, durante el año 2018 fallecieron 78 niños, niñas, adolescentes y adultos (NNA) del Sistema Residencial y Ambulatorio de Protección del Sename; en dicho año, el PIB de Chile creció un 4%.

¿Por qué se ha detenido la economía mundial por una pandemia global que ha matado en 3 meses lo que se demora la pobreza global en matar en dos días? ¿Por qué la economía chilena se está paralizando por la muerte de 7 personas, en circunstancias que la pobreza y desesperanza mató a casi 20 personas del Sename en igual período de tiempo? ¿Paralizar la economía mundial no es sinónimo de mayor pobreza y muerte de niños en la sociedad?

La pobreza es una pandemia no transmisible al decil de la población que goza de mayor poder y privilegios, pero que afecta con mayor fuerza a los niños del mundo. La pandemia del coronavirus, en cambio, pone en riesgo la vida de personas adultas que se aferran a una vida que los ha dotado de poder y privilegios.

Acaso, ¿la vida de una persona de 93 años vale más que la vida de 400 niños menores de 5 años? La economía mundial nos ha dado la respuesta. La cuarentena de las ciudades y la paralización de la actividad económica asociada, va a salvar a un adulto mayor a cambio de la vida de varias centenas de niños menores de 5 años.

Mientras la pobreza sigue diezmando a la población mundial, el interés de la estructura social sigue en manos de unos pocos. El coronavirus ha dejado en evidencia que aferrarse a la vida es una capacidad que está resguardada solo para unos pocos. La vida de la población más pobre del planeta, poco le importa a la economía.

En Chile no escapamos a dicha realidad. Estamos sumidos en una histeria colectiva de una enfermedad que tiene un efecto transversal en los deciles de ingreso, en especial para la población de mayor edad con ciertas enfermedades de base. Mientras que, la cuarentena, amenaza la vida de personas vulnerables obligadas a recluirse en hogares disfuncionales y condena a miles de hogares a caer bajo la línea de la pobreza.

Nuestras autoridades deben entender que, la sociedad chilena, ha dejado de aceptar que se beneficie a la elite dominante en desmedro de la dignidad de las personas.

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