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El sueño de Juan Schleyer podría convertirse en el gran pulmón verde de la comuna

Firmado el traspaso, los aplausos tronaron en la Medialuna. Camilo Benavente, alcalde de Chillán cerraba así la compra de ese recinto, ubicado en parte de lo que era el Parque Schleyer y tras casi cien años de frustraciones, confirmó que –ahora sí- el lugar se transformaría en un parque.

“Siento que cumplí y liberé a mis hijos, nietos, tataranietos y hermanos de algo que no todos comprenden. Lo que no se resuelve en una generación nos persigue por décadas, yo me doy por cumplida”, dijo una emocionada y satisfecha Sonia Jungjohann, nieta de don Juan Schleyer, el empresario que donó los terrenos al municipio. Un municipio que jamás tuvo un mínimo gesto de agradecimiento ante semejante donación.

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Una Baja Sajonia, un bajo Chillán

Fue en la mañana del 14 de septiembre de 1929, que el agricultor Francisco Schleyer Hemmkampf, junto con el alcalde de Chillán de la época, Federico Lorca y el tesorero municipal, Leopoldo Ganderatz, concurrieron a las oficinas del notario Manuel Martin Yavar, para hacer cumplimiento de la voluntad de don Hans Wilhelm Schleyer Brandt, empresario cerevecero, filántropo y padre del concurrente.

Hans, quien en Chile se hacía llamar Juan, había fallecido en 1925, cada vez que recorría sus predios en lo que antes se conocía como la Quinta Huambalí, para dar respiro a su esforzado espíritu, solía ver en esos verdes, en esos tonos pardos o rojizos y en la frondosidad de los árboles que bailaban bajo el multicolorido cielo chillanejo, sus añorados y esplendorosos paisajes de la Baja Sajonia de Alemania, donde había nacido en 1840.

Quería hacer de este predio una embajada de ese paraíso alemán y decidió regalarle nueve hectáreas de descanso, desahogo y tranquilidad al chillanejo del futuro. Lo hizo con la misma transparencia y generosidad con que Francisco Schleyer apretó las manos del alcalde y su tesorero para sellar en esta notaría la donación (sin gravamen alguno) de ese terreno que costó 70 mil pesos chilenos, cuando el dólar costaba cerca de $1.850.000, dejándolo sideralmente lejos de cualquier bolsillo nacional.

Francisco se fue a su casa, cumpliendo con ser el representante de otros diez de sus familiares de apellidos Schleyer, Henstchel, Jungjohann, Kahan, Kind y Lazcano. Dios sabe si hubo celebraciones con asados, cervezas y bailes al don de un alegre steirische. Pero de lo que no hay duda es que a la familia Schleyer le tomó menos de dos años enterarse que los alcaldes y municipios locales, a veces también pagaban con ese irritante “Pago de Chile”.

Veían como pasaban los años y nadie destinaba un peso para la creación del parque. Peor aún y pese a que se escrituró la prohibición de vender, enajenar o destinar a fines diversos al original el predio, para después del terremoto de 1939, algunas hectáreas se destinaron a crear pabellones para casas de emergencias (que luego se perpetuaron) para los terremoteados.

En 1969, otro alcalde soñó con más aplausos y repitió la idea, extirpando 77 lotes para residentes del sector, estrategia que se repetiría en el periodo presidencial de Salvador Allende, totalizando 128 lotes donados a particulares hasta el 11 de septiembre de 1973.

En adelante, se prohibió volver a lotear, expropiar o vender, hasta que en 2004, el entonces alcalde Aldo Bernucci intentó vender los pabellones a una empresa inmobiliaria, lo que encontró férrea oposición de la hasta entonces, anulada familia Schleyer.

Conformaron asociaciones, pusieron el tema de nuevo en la opinión pública, lo que les valió apoyos de diversas juntas de vecinos, sectores ecologistas y de gran parte de los chillanejos, salvo en un puñado de autoridades que seguían viendo la posibilidad de hacer edificios en el lugar.

Muchos de quienes lucharon por el parque ya fallecieron. Los que quedaban de tanto en tanto salían con pancartas a hacer algo de ruido a una calle ya harta de ruido y de pancartas.

Pero como cuando queda un minuto para que termine el partido por la final del Mundial y el empate no le sirve al local, cuando ya muchos de los que lo dejaron todo en la cancha ya miraban impotentes desde el banquillo, ocurrió el milagro.

La semana pasada, los dueños de la Medialuna –que también se fue instalar al sueño de don Juan- firmaron el traspaso del predio a la misma Municipalidad que se los entregó. Tras un pago de $3.276 millones. Y el alcalde, Camilo Benavente, confirmó que ahora sí, a falta de algo más de seis años para que se cumpla un siglo de su donación, el sitio se transformaré en un parque. El Parque Juan Schleyer Brandt.

Consulta ciudadana

Si alguna vez se habló de realizar un centro de alto rendimiento para atletas locales, o de un polideportivo o de un nuevo complejo como el de Quilamapu, eso ya no corre, ni trota ni camina. Es más, está descartado y no hay consulta ciudadana que reviva la idea.

La familia y guardadora del sueño de don Juan no dio semejante lucha ni consiguió apoyo comunitario para ver otras ideas imponerse. Y la idea siempre fue la de un parque.

Pese a que se definió que antes de comenzar a diseñar lo que será el futuro Parque Juan Schleyer Brandt, se pretende realizar una consulta ciudadana –herramienta siempre presente en los últimos megaproyectos públicos del país – para hacer compatibles el objetivo original con las necesidades del chillanejo de hoy, pero con miras al futuro.

Considerando que Chillán es un casi un mar de cemento, que la cantidad de metros cuadrados de verde-urbano que ofrece la comuna no alcanza a ser ni la mitad de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, y la falta de espacios públicos destinados a esparcimiento y ocio en la capital regional de Ñuble, no es de extrañar que a nadie se le pase por la cabeza más multicanchas o galpones. Hoy asoma un sueño transversal de color verde y de aire puro.

Así al menos, lo constató LA DISCUSIÓN, al consultarle a algunos actores vinculados al proyecto, respecto a cómo visualizaban el nuevo espacio público.

Sonia Jungjohann, la nieta

“Muchas veces me lo he imaginado, a lo largo de toda mi vida. Y la imagen que tengo es la de un parque del tipo europeo, donde lo verde es lo preponderante, muchas arboledas, muchos arbustos, similares al parque que había en la casa de Juan, allá en Los Coligües y que todavía está. Ese parque, hoy es un restorán, tiene cabañas, pero claro que no es eso lo que quiero para el parque, para éste imagino senderos iluminados, con jardineras y vasteras.

Los caminos pudieran ser de gravilla, o de alguna superficie concreta pero con agujeros para que tengan césped para que todo tenga esa cosa como más natural, pero que sean cómodas, para que vengan personas hasta con sillas de rueda, mucho adulto mayor, que haya accesos amplios, áreas verdes con juegos para niños, lugares para descansar en el pasto, bajo la sombra y todo eso.

No quisiera ver cemento, ni oficinas, ni gimnasios. Quiero ver un lugar ecológico, sustentable. Un diseño armónico, que incluya incluso algo cultural, eso fue lo que le propusimos al alcalde, el que esta sea un lugar diferente, un espacio como no hay en toda la comuna, algo para que lo disfrute toda la gente y no sólo quienes van a realizar deporte. Lugares para hacer deportes ya hay muchos en la ciudad, hasta en las escuelas y en las villas hay multicanchas y espacios así. Esto tiene que ser diferente, un parque realmente hermoso, un lugar para estar tranquilos”.

Camilo Benavente, el alcalde

“Idealmente quiero pensar en un parque para toda la comunidad. Por eso considero que sería muy importante un par de buses de acercamiento, a lo menos dos. Esto es parte de nuestro modelo de gestión, el poder acercar a las personas a este tipo de lugares, y llevarlas a un lugar que esté, además, correctamente equipado, es decir que cuente con buenas estaciones de baños, debería tener también un sendero de trote porque sabemos que en el sector sur de la ciudad no contamos con ese tipo de infraestructura; y aquí, el perímetro podría perfectamente dar para un circuito de dos kilómetrosConsidero que sería bueno y estaría en plena sintonía con lo que la familia espera, es tener un espacio cultural, tal vez una explanada, un anfiteatro y que todo el resto sea sólo área verde, tal vez sólo poner alguna cafetería o equipamiento similar, pero que no rompa con el entorno.

Sólo con ese tipo de infraestructura se daría respuesta a muchas de las necesidades de los vecinos, sin variar el sentido que esperamos de un lugar eminentemente ecológico. La verdad es que sería muy satisfactorio ver a niños con sus padres, a los jóvenes y, personalmente, a mucho adulto mayor disfrutando de un lugar así en nuestra comuna.

Ahora, nosotros como ciudad deberíamos tener, al menos en los cuatro puntos cardinales, algún espacio destinado a área verde, de a lo menos dos hectáreas. En el norte tenemos Quilamapu que cuenta con cerca de 6 hectáreas; en el poniente, estamos trabajando en el Parque Ultraestación; y en el sector oriente, tenemos el Parque Oriente que es un buen lugar, pero hay que mejorarlo.

Ahora, dentro de estos cuatro años, queremos tener listos estos parques en cada punto cardinal de Chillán, y así pasar de los actuales 1.8 metros cuadrados de área verde por persona, a unos cuatro metros cuadrados por persona”.

Claudio Pucheu. Por el honor

“Yo fui ingeniero agrónomo, trabajé 15 años en la Coorporación de la Reforma Agraria y trabajó 25 años en el departamento de Acción Rural del Obispado de Chillán.

Cuando jubilamos, nos vinimos a este sector. Y por esas cosas de este mundo, en una reunión me eligieron presidente de la junta de vecinos, y me llamó la atención que una de las primeras cosas que se puso en tabla fue luchar por el Parque Schleyer.

Me resultó insólito conocer el proyecto de Juan Schleyer, su enorme visión de futuro que lo impulsó a donarlo, para que después, por temas de contingencia, de política, de favores el municipio no cumplió con su palabra y todo se fue diluyendo, fueron utilizándolo para mil cosas, y hasta las autoridades que veían con buenos ojos sacar adelante lo del parque, siempre cedían ante la presión de otras circunstancias

Más que un recinto deportivo, quisiera ver un parque en donde predomine la naturaleza, lo verde y que nos permita caminar, conversar y encontrarnos con la gente. Me parece que eso es lo fundamental. Un lugar para que los vecinos tengan donde pasar las horas de calor en los veranos.

Todos estos esfuerzos no eran sólo por la necesidad de contar con áreas verdes, sino porque era un compromiso de Chillán, había una palabra empeñada que se hizo tras una donación en buena fe que se hizo por parte de la familia Schleyer. Palabra que, hasta hace un tiempo había sido burlada hasta cierto punto.

Ahora, si se hace un parque, creo que de a poco el lugar irá encontrando su propio carácter, no quiero endosarle al parque la responsabilidad de recuperar la convivencia perdida de los chillanejos, pero tal vez de a poco aquí se podrá dar esa realidad.

Pero hasta hace un tiempo, había muy pocas posibilidades, que el sector de la Medialuna se pudiese entregar para hacer el parque se veía muy remoto. Le mentiría si le dijera que había esperanzas”.

Bárbara Manosalva, la presidente

“Ha sido un proceso largo y no exento de polémica en donde hemos conversado muchas veces este tema con los vecinos todas las propuestas barajadas.

Ahora que ya contamos con un terreno, esperamos que las personas participen de forma masiva y activa, porque sabemos que son muchas las necesidades y que todas estas propuestas revisadas en el camino sean expuestas en esta etapa para que logremos un parque que nos represente a todos.

Esperamos que todas las personas que hayan tenido la posibilidad de viajar al extranjero puedan participar de este proceso y nos compartan su experiencia respecto de los grandes y pequeños parques que hayan podido conocer en otros países.

Como asociación creemos que lo principal es que sea un área verde que es lo que la comuna necesita, por la escasez de ellas, por las altas temperaturas de los veranos, por la contaminación en el invierno”.

Herbert Domke, pide un museo

Yo pertenezco a la Corporación Germania Chillán y para nosotros siempre fue muy importante contar con ese parque y preservar la memoria de Juan Schleyer. Desde luego que queremos que eso se destine a área verde, como existen en todas las ciudades modernas del mundo.

Debe ser un lugar muy ecológico y además cultural. Por eso hemos planteado la posibilidad de instalar el Museo de la Congregación Alemana en el parque, para recoger todo el legado patrimonial que tienen familias como la Schleyer y tantas otras que son representativas de la actividad que por años hemos tenido en Chillán.

Tal vez sería bueno que se generaran otras instancias, por ejemplo, una biblioteca, un instituto de cultura como los Institutos Goethe que hay en tantas ciudades. Tal vez poder enseñar el alemán sería otra actividad que se pudiese realizar en el parque.

De todas formas, estamos muy felices con el traspaso y esperamos que todo salga muy bien”.

Celso Monsalve, el arquitecto

“Como Colegio de Arquitectos, apoyamos plenamente la idea del pulmón verde. Hoy lo que más necesita Chillán es espacio, que haya distancias entre las edificaciones, tenemos un muy bajo estándar de áreas verdes y espacio de calidad urbano. Necesitamos espacio y vegetación.

Pero hay que ser muy comedidos, porque el césped y la vegetación requieren de mucha agua y estamos ante una crisis hídrica, por lo que si esto se planifica de forma inteligente y moderada se podría generar estos espacios que son tan necesarios para la ciudadanía.

Creo que un anfiteatro y otros espacios para la cultura también podrían ser un muy buen complemento. Plantar especies de larga duración que requieran poco riego sería lo ideal.

Este es un espacio que se necesita con urgencia, hay muy pocos proyectos en Chillán que tengan ese enfoque, en especial considerando que se alcanzó a rescatar cerca del 5% de lo que Juan Schleyer donó, hay que dedicárselo a las áreas verdes, no sólo por un tema de desahogo. El automóvil con el pavimento que termina inundando la ciudad y la hace peligrosa.

Esto será un espacio para el ser humano y para el reencuentro de los vecinos de la ciudad”.

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Felipe Ahumada

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