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El estadio Nelson Oyarzún se ilumina con las lámparas de los celulares. Los más de seis mil espectadores que llegaron anoche para alentar al Rojo dan rienda suelta a un festejo contenido por años. Apretado en miles de gargantas desgastadas con tanto fracaso.
La fiesta es conmovedora.
Los diablos rojos se abrazan en la cancha del Municipal como soldados sedientos y heridos tras una batalla sin cuartel.
El Rojo acaba de vencer a Puerto Montt por 2-0 y se mete de lleno en la lucha por el título de la Primera B.
Hoy amanecerá como el exclusivo sublíder de la categoría con 42 puntos, a uno del puntero Wanderers (43), que visita a Rangers, y a la espera de lo que hagan hoy Cobreloa (39), San Felipe (39), Melipilla (39) y La Serena (40).
Pragmático y efectivo
El DT Jaime García sorprendió de entrada ayer con los ingresos de Johan Moreno y Guillermo Avello, para darle más salida y posesión de balón al Rojo.
Y si bien a ratos le costó asentarse, una jugada hilvanada con talento por Pinto y Moreno, permitieron habilitar a Pérez que puso el 1-0 tras asistencia perfecta del venezolano.
La estocada del local a los 16’ fue un mazazo para Puerto Montt que amenazó con Gauna, Barroileht y Lemmo, pero siempre se estrelló con la aplicada defensa ñublensina liderada por el patrón del fondo, Nicolás Vargas.
En el complemento, los salmoneros adelanteron sus líneas, pero jamás llegaron con peligro a las barbas de Jiménez. Ñublense fue un equipo más pensante y pragmático, reforzando el quite con Corro y la salida por la izquierda con Rozas. Olfateando a su presa para liquidarla con un especialista: Mathías Pinto cuando se iba el partido, aprovechó un pivoteo perfecto de Escalante, para derrotar con un tiro rasante al portero Castillo.
Ahí se desató la fiesta. Ñublense ganaba otra batalla y se ponía como sublíder de la B. La ilusión de los hinchas prendía en las tribunas y el próximo domingo crecerá en Chillán cuando el Rojo reciba a Barnechea en su caldera.