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El niño que caminaba a San Ignacio

Un día, hace un par de años, yo esperaba en una banca a un funcionario del hospital público de Curanilahue. Cuando de repente, un hombre se me acerca y me saluda amablemente preguntándome: “¿Señor, en que lo puedo ayudar?”. Le dije el motivo y se fue de inmediato a ver si ya esa persona me podía atender. Vuelve a mi y me informa que el funcionario se va a demorar un poco, pero que por mientras espero, pase a su oficina a tomarnos un café. Resulta que se trataba del mismísimo Director del Hospital, con quien allí nos quedamos dos horas más conversando. Estaba conociendo acaso al servidor público más preparado que hasta la fecha he conocido en mi vida. Al segundo café y mientras el funcionario ya me traía timbrado el papel que necesitaba, me confiesa con nostalgia: “Cuando era un muchacho de 14 años me gustaba irme caminando desde Chillán al Calvario, mi tierra en San Ignacio, el campo de mi abuela. Iba cortando camino por Lloanco y venía a salir a la altura de San Miguel…Cómo no recordar ese polvoriento camino del Tricao, puro trumao. Luego de adulto, por los caminos ya pavimentados me preguntaba qué puedo hacer para preservar ese encanto de este lindo campo, sin la contaminación de la gran ciudad, pero con los beneficios de un lugar puro, natural de gente buena, gente que nació conociendo los salmones y truchas ya escasas del hermoso Río Diguillin”.

Se trata de Sergio González Méndez, hoy de 52 años y tres hijos, todavía apasionando por el scoutismo siempre listo para servir. Asombrado, yo estaba siendo atendido por un brillante profesional y servidor público con variadas competencias, modelo de superación para el logro de la excelencia en cada una de las áreas que se ha impuesto como reto. Sergio González es un profesional todo terreno como pocos: ingeniero, periodista, magister en medicina, magister en administración de negocios, gerente de empresas, asesor de alcaldes, etc. Conserva acaso un récord de especializaciones para el servicio público, con más de doce en diversas materias: salud, gestión de gobierno, administración municipal, desarrollo económico local, ingeniería en prevención, en redes de cooperación, ordenamiento territorial, etc. Y es en la comuna de San Ignacio en el sector del Calvario donde Sergio forja su identidad y de aquello que siempre lo ha entrelazado con esa riqueza humana e histórica de Ñuble. Su bisabuela, María de la Cruz Navarrete Coloma, mujer nacida de esa tierra y su esposo Cesario Lagos Guzmán, formaron una de las típicas familias ligadas a la tradición campesina y al cuidado de su familia. La primogénita de sus once hijos, Juana de Dios Lagos Navarrete, forma su familia junto a Víctor Méndez Quintana y nace la madre de Sergio, Doris Méndez Lagos, quien traspasa a Sergio, su primer hijo, todo el amor a esa tierra que el Diguillín la cruza serpenteando. Docente de varias Universidades, ha sido consultor en salud y en el desarrollo de la medicina de la sangre. Ha liderado procesos de Asociaciones Municipales pioneros en el país, especialmente para el mundo rural, como fue el caso de AMDEL-Bío-Bío. Ha sido directivo de Gobiernos Regionales para el desarrollo territorial. Su madre hoy vive y reside en San Ignacio, y desde allí, cada quincena Sergio recuerda ese mundo mágico que le formó, entre trillas a yegua, el cuidado de los animales y correr en pelo en el famoso caballo Palomo, en esas épicas carreras “a la chilena” generadas en las fiestas populares de San Ignacio.

Hoy no tiene necesidad de irse caminando a lo derecho y “conejeando” para llegar a trabajar en las cosechas con sus tíos y primos de El Calvario. Es al revés: a él viene su gente a la ciudad para que les comparta de sus extensas cosechas intelectuales que Sergio entrega a tantos. Tampoco tiene necesidad de la mochila, la que después de ´echárselas a pata´ para San Ignacio, su mamá se la mandaba en la micro de Los Saavedra.

Ahora es él quien le ayuda a cargar la mochila de preocupaciones a la gente que llega a un hospital, a un municipio, a una universidad o a una empresa, ámbitos en que Sergio González destaca por igual. En suma, este hijo del trumao de San Ignacio hoy es todo un digno orgullo para el país.

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