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“El negocio no tiene que estar en la salud”

Guillermo González dejó de fumar hace más de 20 años. Sin embargo, las secuelas dejadas por ese vicio lo acompaña n   hasta el día de hoy. Sus bronquios están dañados y requiere de tres inhaladores permanentes donde encuentra alivio a sus problemas respiratorios. “Antes no había tanta conciencia del cigarro como hoy”, dice con la intención de justificar su padecimiento.

Su vida a sus 83 años, cuenta, es difícil como la de cualquier pensionado en Chile. Dice que apoya el movimiento social que hoy sacude al país, pero que la única razón por la que no sale a protestar en Chillán es el uso de lacrimógenas, en alusión a su condición de salud.

En palabras de Guillermo, llegar a la tercera edad, con bajos ingresos y con enfermedades que suponen gastos extras, está lejos de ser motivo de júbilo como deja en evidencia el estallido social, a la hora de exigir el fin de las AFP y a los colusiones del mercado, entre otras demandas.

“La vida en esta etapa es compleja como para todos los pensionado, porque la situación no es óptima. Me cuesta comprar medicamentos a mi edad, porque son muy caros y vivo con lo justo. Además, las pensiones de las AFP, como se sabe no son buenas”, comenta el chillanejo, casado con tres hijos y cinco nietos.

Gastos

En su caso el gasto total al mes por los tres inhaladores que necesita para tratar su enfermedad respiratoria, asciende a 80 mil pesos en farmacias de cadenas. Por largo tiempo tuvo que cancelar ese valor en base a la pensión que recibe tras trabajar en el pasado como cajero bancario. Sin embargo, luego de la instalación de la farmacia comunitaria de Chillán, Guillermo encontró un alivio para bolsillo y salud, ya que detectó una rebaja importante sobre los mismos dispositivos médicos que utiliza, a un valor de $25 mil .

“Hoy optamos por comprar en la farmacia popular y sale más económico, ahorro 55 mil pesos. En las cadenas de farmacia existe abuso de poder y de conocimiento. No es transparente en lo absoluto este mercado y creo que aún ocurre así. Es una falta de respeto a las personas que no pueden comprar en otro lado. En la farmacia popular fue fantástico, porque puedo generar mayor ingreso al grupo familiar, al ser más baratos los remedios. Es como si mi pensión hubiese aumentado”, sostiene.

Por su enfermedad crónica pudo inscribirse como usuario de la farmacia popular, que le permite acceder a precios más bajos que la cadena de farmacias. “Como viejo uno tiende a sacrificarse más, mantener una casa no es barato, y empiezan a tener nuevas prioridades que están enfocadas en la salud y no en la casa”, explica.

Anuncio de la FNE

Por esta razón Guillermo ve con optimismo un estudio de la Fiscalía Nacional Económica, que hoy recomienda una reforma estructural en este sector para aumentar la competencia en precios, lo que tendría como efecto una caída en el valor de estos productos.

La misma institución que denunció las distorsiones del mercado farmacéutico, hoy publica una serie de propuestas orientadas a cambiar la dinámica de la industria como regular la dispensación y forma de cobro de las farmacias, implementar medidas para aumentar el número de medicamentos bioequivalentes de forma rápida, entre otras.

“Los medicamentos son un bien de primera necesidad y es urgente adoptar medidas que permitan a la población acceder a ellos a un menor precio. Eso se logra mediante una regulación que promueva más competencia en este mercado”, señala el  fiscal  nacional  económico, Ricardo Riesco.

A juicio del Guillermo toda iniciativa que permita regular el mercado, y en consecuencia, mejore el acceso a medicamentos a precios más convenientes, es aplaudida. “Los bioequivalentes funcionan igual y a uno le hacen bien. Es más económico, a todas luces es bueno. El negocio no tiene que estar en la salud porque todos vamos a tener la edad que tengo yo”, dijo.

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