Share This Article
Entre las 1.412 melodías del carillón marca Belltron de la Catedral de Chillán, el último programador en el 2004 eligió la misma melodía que toca diariamente el Big Ben de Londres.
Este es uno de los datos que se obtuvieron en enero pasado, cuando en el marco de la conmemoración del terremoto de 1939, el músico Sebastián Jatz Rawicz visitó la ciudad para organizar la Alerta de Memoria, el recuerdo de la tragedia a través de las campanas, carillones y sonidos que están disponibles dentro de las cuatro avenidas de la ciudad.
La actividad fue organizada por la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad de Chillán y la Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, entre otras entidades. Pero el ejercicio no solo sirvió para la actividad, sino también para obtener un registro detallado de cada una de las campanas que están no solo en las iglesias, sino también en otros lugares como el Cuerpo de Bomberos.
Sebastián, quien integra el movimiento Campaneros de Chile y conoce de estos artefactos, recorrió varios sitios y explicó la motivación que antiguamente tenían los campanarios.
“En la sociedad pre Revolución Industrial la campana era un instrumento de comunicación y tenía un lenguaje que la gente reconocía. Por ejemplo, si tocaba la campana la gente sabía que había muerto alguien de la familia real en España o que se estaba produciendo un cambio de párroco en una iglesia. Tenían un lenguaje muy específico. Posteriormente, con la masificación de los relojes dejaron de ser referente del tiempo; con la llegada de la prensa, dejaron de avisar cosas. La sociedad se fue volviendo cada vez más secular. Hoy, por ejem-plo, muchas campanas no tocan en Santiago porque los mismos vecinos reclaman por ruidos molestos. Así fue desapareciendo ese lenguaje y la gente ya no es capaz de reconocerlo. Hoy es lengua muerta”, explica.
Si bien en Chillán hay varias de ellas, la mayor parte es relativamente nueva, del Siglo XX y hay algunas del 1800, seguramente porque la ciudad también es relativamente nueva tras la tragedia de 1939.
“La Catedral de Chillán tiene un carillón eléctrico. La melodía que toca es efectivamente la misma que toca el Big Ben en Londres. Lo seleccionaron así en la década del 2000 cuando se cambió el sistema que estaba desde la terminación de la Catedral en 1960. Ese es un objeto bien especial, un carillón de finales de los 50 que hoy no está funcionando, pero que conservan en la misma iglesia”, cuenta Sebastián.
“La particularidad que tiene la melodía es el hecho de que ya no es una campana la que llama a misa. Solo indica el tiempo. Es curioso porque es la función máaica de las campanas y son las que se están usando más”, precisa el experto.
En el caso de la Iglesia San Francisco, Sebastián cuenta que existen tres campanas chilenas, pero que de ellas, hay dos que están “rajadas”.
“Cuando una campana se raja es difícil recuperarla porque las soldaduras pueden resultar bien o no. Por lo general, cuando una campana se raja, se funde y se hace de nuevo”, explica argumentando que estas también son del Siglo XX.
“No hay en Chillán campanas coloniales y supongo que se debe a que las existentes cayeron en los sucesivos terremotos de la ciudad”, afirma.
La Iglesia San Vicente también tiene una campana, pero en desuso porque está rota y guardada.
“La Iglesia Santo Domingo tiene tres ejemplares, de las cuales hay una que está rajada. Esta campana la soldaron y a pesar que quedó bien, aún tiene ruido en la resonancia”.
La Iglesia La Merced es la que tiene la mayor colección. Aquí hay cinco campanas, con una rajada, pero ya parchada con excelentes resultados sonoros.
“Otra campana interesante es la del Cuerpo de Bomberos que se encuentra en la entrada. Es un ejemplar que solo es utilizada cuando fallece un mártir de la institución o algún bombero ya mayor”, explica Sebastián. ProyectosJatz aplaude la iniciativa de Alerta de Memoria que se realiza cada enero en la ciudad, porque hacerlas tocar es una manera de recuperar este lenguaje perdido en el tiempo.
“Nosotros en Campaneros de Chile estamos en vías de desarrollar un inventario nacional respecto de las campanas que existen en el país. En la visita a Chillán, además, nació la idea de hacer una campana exclusiva para la ciudad como una forma de darle un nuevo sentido a este lenguaje”.