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El Imacec real

El Banco Central informó ayer que el Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) correspondiente a enero experimentó una contracción de 3,1% en comparación con igual mes de 2020, lo que representó un balde de agua fría para los analistas y personeros de Gobierno que esperaban una caída menos profunda, no más bajo que -2%.

El resultado fue explicado por la caída de las actividades de servicios y la producción de bienes, efecto que fue parcialmente compensado por el dinamismo del comercio, que creció 8,8%, explicó el Banco Central.

En su informe, el instituto emisor mencionó la caída de los sectores construcción, minería (-1,5%) e industria manufacturera (-1,8%), así como también de los servicios (-6,3%), incidido por el transporte, restaurantes y hoteles, las actividades culturales y de esparcimiento, y los servicios empresariales, las que se vieron impactadas por los efectos de la emergencia sanitaria asociada al Covid-19, que influyó en la movilidad de las personas y el normal funcionamiento de establecimientos productivos.

Desde el Gobierno, si bien reconocieron que es un retroceso, se mostraron optimistas respecto al comportamiento de la economía durante el presente año, de hecho, todas las estimaciones de organismos y agencias internacionales sobre la expansión de la actividad en Chile durante 2021 han sido corregidas al alza, en torno a 6%, a partir del positivo proceso de vacunación y el incremento sostenido del precio del cobre.

“Estoy convencido que el avance de la vacunación, la reapertura gradual de la actividad económica, el impulso del mercado laboral y de las inversiones públicas y privadas, nos permitirán acelerar nuestra reactivación económica”, aseguró ayer el ministro de Hacienda, Rodrigo Cerda.

Sin embargo, para la economía real, la de los cesantes y las Pymes que apenas llegan a fin de mes, no se ve una mejora en el corto plazo, de hecho, la tasa de desocupación no cede y se mantiene en dos dígitos a nivel nacional (10,2%), mientras en la región de Ñuble se observa una tasa de 8,7%, bastante más elevada que lo usual en esta fecha, en que los trabajos de temporada generan una gran demanda de mano de obra.

Es evidente que las restricciones al desplazamiento le han hecho un grave daño a la economía y han provocado la destrucción de cientos de miles de empleos, por eso hoy el foco de los esfuerzos debe estar puesto en la recuperación de los empleos perdidos.

No se trata de un desafío sencillo, dado el alto número de desocupados y la fuerte presión en el mercado laboral que representan los inmigrantes. Tampoco es sencillo por el contexto, pues la mentada recuperación se dará en un año peculiar, marcado por varias elecciones y la discusión constitucional, con una gran efervescencia social y en que recién el segundo semestre se podría lograr la inmunidad de rebaño para el Coronavirus.

Ante las dificultades que se presentan para la recuperación de la actividad económica, es fundamental no perder de vista que la verdadera recuperación es la del empleo, y mientras la crisis no haya terminado sigue siendo urgente que el Estado apoye a las empresas más afectadas, a las pequeñas y medianas, a las de aquellos rubros que no han podido operar normalmente durante la pandemia y que hoy piden a gritos un salvavidas.

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