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El factor sanador

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Al cumplirse dos semanas del levantamiento de la cuarentena y del cordón sanitario en Chillán, se cumple lo proyectado por los especialistas en cuanto a un incremento de los contagios de covid-19. De hecho, en los últimos días los reportes que entrega el ministerio de salud echaron por tierra la falsa idea de contención y estabilización de casos con tendencia a la baja que algunas autoridades locales, torpemente, alentaron.

El problema es que a medida que se van alzando las medidas restrictivas, crecen las expectativas entre los ciudadanos por una normalización de sus vidas. Y esa no es la idea. De hecho, es ahora cuando más se necesita de la autorregulación y el autocuidado para evitar un rebrote o una segunda ola de contagios que puede colapsar nuestro sistema hospitalario .

La preocupación surge no solo tras constatar el aumento de casos positivos, sino que sobre todo al observar comportamientos cotidianos de los chillanejos -como no usar mascarillas, no respetar la distancia física mínima o aglomerarse- que ponen en riesgo a los desobedientes y a quienes pertenecen a su entorno. La gente pareciera olvidar que estamos ante un virus que no distingue capas sociales ni condiciones económicas. Cualquiera puede contagiar a cualquiera por la vía menos esperada. Pretender ser indiferentes o confiados ante esta situación es jugar con la vida propia y las de los demás.

El hecho de que el Gobierno autorice una apertura gradual del comercio no puede interpretarse como luz verde para que los ciudadanos -principales responsables de su propia integridad-quieran asumir riesgos innecesarios saliendo a la calle cuando pueden mantenerse encerrados.

Es absolutamente comprensible que con el pasar de las semanas se genere ansiedad por recuperar la normalidad en nuestras vidas. Hay quienes seguramente gozan de comodidades que les permiten seguir en aislamiento y otros, no. Pero aquí la reflexión es pensar primero en la integridad física por obvias razones. Es la mejor contribución en los actuales momentos.

No es gratuito que las curvas que revelan mayores contagios coincidan a la baja cuando se ha sido estricto con la cuarentena y al alza cuando ha habido relajamiento.

En sociedades más desarrolladas que la nuestra, que han logrado controlar de mejor forma la pandemia, el elemento que marca la diferencia es el autocuidado, que no es otra cosa que una responsabilidad individual que trasciende a lo colectivo y mejora el bienestar social. Cuando se sondea los porqués de las buenas cifras de Alemania, Suecia o Finlandia, sale a relucir que la gente se cuida de no contagiarse ni de contagiar a nadie. Pues es esa la gran enseñanza que hoy debemos difundir para enfrentar el coronavirus con la sociedad abierta y la economía andando.

El país y su economía no pueden seguir secuestrado por un virus que difícilmente va a desaparecer en el mediano plazo. La “nueva normalidad” ya está aquí y el autocuidado la única vacuna que tenemos a mano.

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