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El agro de Ñuble enfrenta el desafío de la sostenibilidad y la regeneración

El cambio climático encendió las alarmas de muchos, planteando grandes desafíos para la sociedad, sin embargo, en la agricultura, la adaptación es clave para su supervivencia. En ese marco, hacer un uso más eficiente del agua y lograr un adecuado balance hídrico es uno de los retos más importantes del sector en la región de Ñuble, frente al avance de los cultivos intensivos desde la zona central hacia el sur observado en los últimos años y al aumento de la demanda mundial por alimentos, todo esto en un contexto de megasequía, que ya se extiende por más de una década.

Pero el agua no es la única variable en esta ecuación donde, según expertos, el verdadero desafío es la regeneración, pues la sustentabilidad ambiental es solo el piso mínimo. La contaminación y degradación de suelos, el uso excesivo de agroquímicos, la destrucción de ecosistemas y la huella de carbono que se genera en toda la cadena del producto, incluido su transporte a mercados externos, son otros pendientes para la principal actividad económica de Ñuble.

En materia de agua, la megasequía ha puesto el tema en la agenda y ha empujado a los agricultores de la región a implementar soluciones, como hacer un uso eficiente del recurso, ya sea a través del riego tecnificado como del mejoramiento de la conducción, para evitar pérdidas, en gran medida gracias a la subvención del Estado. También destacan aquellas investigaciones que han logrado desarrollar variedades de cultivos tolerantes al estrés hídrico.

Nuevas variedades y manejo

Desde el punto de vista de los cultivos, el investigador de INIA Quilamapu, Dr. Luis Inostroza Fuentealba, destacó el desarrollo de nuevas variedades previstas para las condiciones del cambio climático, específicamente la escasez de agua. “En el corto plazo vamos a contar con nuevas variedades de trigo y con mayor productividad bajo condiciones de escasez hídrica. Ello sumado a la necesidad de desarrollar variedades que también sean tolerantes a la presencia de las principales enfermedades fungosas del trigo, lo que evita el uso de productos químicos, con lo que se mantiene el foco en el desarrollo de una agricultura más sustentable”.

En otro aspecto, Inostroza también valoró el desarrollo de variedades de leguminosas de grano adaptadas a ambientes de secano (que no se riegan y se hidratan sólo con el agua de lluvia) lo que “resulta ser cada día más complejo por la ausencia de precipitaciones”. Existen variedades de lenteja y garbanzo generadas por INIA, y se han desarrollado actividades de transferencia tecnológica en cuanto al control de malezas asociadas y estrategias de siembra y fertilización para incrementar los rendimientos.

Otra de las tecnologías destacadas por Inostroza es la no quema de residuos agrícolas, práctica que aún sigue siendo utilizada en los campos. Sobre el particular, el ingeniero agrónomo recalcó que “hoy el INIA está validando información indiscutible de que los rastrojos pueden ser manejados sin la necesidad de quemarlos”. Agregó, tras las experiencias realizadas durante cinco años continuos sin quema: “hemos demostrado que incorporando los rastrojos a los cultivos, con el consiguiente reciclaje de nutrientes dentro de los sistemas, la agricultura es más sustentable desde el punto de vista económico, ambiental y social”.

Finalmente, se refirió al creciente cultivo de la quínoa, muy asociado al desarrollo de la agricultura sustentable, por su baja demanda de agroquímicos.

Riego eficiente

El uso eficiente del agua emerge como un desafío transversal, que en el caso del agro cobra especial relevancia, dado que es el principal consumidor, lo que también tiene implicancias sociales y políticas, ya que en un ambiente polarizado, no son pocos los que apuntan a la agricultura como una de las responsables de la menor disponibilidad de agua para consumo humano en zonas rurales, una percepción que ha ganado terreno al observar el impacto de algunas plantaciones intensivas en la zona central.

Una de las respuestas del Estado ha sido focalizar recursos en el riego tecnificado y en el uso de la energía solar en los campos, los que han sido aprovechados por agricultores medianos y grandes, principalmente, aunque también hay un número creciente de experiencias en la pequeña agricultura.

El gerente de la Junta de Vigilancia del río Ñuble, Salvador Salgado Malverde, sostuvo que en el mundo del agro y en el seno de las organizaciones de usuarios de agua, hace varios años se viene discutiendo sobre la gestión del recurso hídrico, de cara al futuro, con un acento especial en la prioridad para el consumo humano, el cambio climático y la preservación del ecosistema.

El ingeniero civil agrícola abordó la materialización de esta discusión, en el caso particular del río Ñuble, “donde se ha visto un especial cuidado en materia de reconvertir infraestructura, de ser mucho más eficientes en el riego intrapredial”. Detalló que los regantes han comenzado a instalar tecnología que permita saber cuánta agua están transportando, minuto a minuto, y de esa manera generar el diagnóstico para ayudar en la gestión. Eso se ha traducido, por ejemplo, en compuertas automatizadas y en riego tecnificado.

“Hoy la agricultura se está profesionalizando, se están instalando sistemas de riego que son mucho más eficientes en el uso del agua. Ha habido preocupación por parte del mundo agrícola, ha habido inversión privada y por parte del Estado, a través de los concursos, y en el caso de Ñuble hemos visto un aumento exponencial en la participación en esos concursos, lo que quiere decir que los agricultores se están preocupando de regar mejor, de regar en cantidad y en oportunidad cuando las variables así lo determinan”, añadió Salgado, quien acotó que la Ley 18.450 de Fomento al Riego ha tenido un papel protagónico en este proceso.

También abordó la importancia del uso sustentable de los acuíferos subterráneos, cuya demanda ha aumentado progresivamente en los últimos años. “Hay una mirada de solidaridad respecto del uso del agua también, y de cómo mis prácticas afectan de alguna manera a mi vecino, y al que está más abajo, entonces, hoy desde el mundo de la gestión del agua, debe existir una mirada más global, a nivel de cuenca, con un manejo colectivo y solidario entre todos los agricultores”.

Regeneración

El académico de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, Dr. Arturo Calderón Orellana, aclaró que “el agro es un rubro con un alto consumo de agua, y que debido a la sequía y las adversidades climáticas, se ha visto hace bastante tiempo que la fruticultura se está moviendo hacia el sur. Como la sequía este año ha cobrado mayor relevancia en la agenda, se está discutiendo más cuáles son las alternativas para poder lidiar en una agricultura donde va a haber una mayor demanda de agua, porque las temperaturas van a ser más altas, pero también menor disponibilidad, porque las precipitaciones van a la baja, entonces, dentro de las posibilidades que se plantean están hablando, por ejemplo, de desalinización del agua, de mover los cultivos hacia el sur, pero el problema es que en el sur, donde quieren mover los cultivos, los modelos de cambio climático establecen que para los próximos 30 años nosotros vamos a ser igualmente afectados por un déficit importante de precipitaciones. Y cabe hacerse la pregunta si en un país pequeño como el nuestro, hay más espacio para seguir moviéndose”.

A partir de ese escenario, el investigador planteó que “en la medida que estas nuevas explotaciones agrícolas no vengan con innovaciones en el uso del agua, de evitar la erosión del suelo, de preservar los agroecosistemas más tradicionales o naturales, nosotros vamos a tener en un tiempo mucho más acelerado los problemas que se están viviendo en el norte”.

Calderón fue enfático en señalar que “hoy, la sustentabilidad no es suficiente, recién hoy estamos hablando de sustentabilidad, pero ésta debe ser la base. En nuestro país, nosotros ya nos consumimos a mitad de año los recursos naturales del año completo, entonces, en un escenario como ése, la sustentabilidad no basta, hay que ver qué hacemos para regenerar aquellos lugares donde nosotros hemos contaminado, y le hemos quitado la capacidad a los mismos agroecosistemas de tolerar de forma natural las inclemencias que el clima hoy nos está generando, entonces, la agricultura y la ganadería deben ser más bien una actividad que esté orientada no solo a la sustentabilidad sino que también a la regeneración, en eso estamos al debe”.

Postuló que los esfuerzos desplegados en cuanto al uso eficiente del agua no son suficientes. “El problema es que ya no hay agua, ya no sirve tener riego tecnificado si a mitad de temporada te quedas sin agua. Sí hay un atraso importante, por ejemplo, en cultivar especies frutícolas donde tienes el agua suficiente para poder regar, entonces, hay que repensar un poco la fruticultura, es impensado, creo yo, bajo la perspectiva actual, que el negocio de cultivos tropicales, como las paltas, se sigan desarrollando en lugares donde no hay agua y hay que llevar camiones aljibe para sostener la vida de las personas, y creo que tampoco es sustentable desde el punto de vista de la pequeña agricultura, porque al final esto tiene que ver con la sobreexplotación de acuíferos, entonces, si esto crece de manera indiscriminada, hay que pensar que cada vez que desvías agua para la agricultura se la estás quitando a otro uso, por ejemplo, para mantener ecosistemas naturales, y cuando uno elimina un ecosistema y pone un huerto o un predio ganadero, y no toma medidas regenerativas que en cierta manera amorticen o consideren la pérdida que significa, está básicamente acelerando un cambio climático y una desertificación, que al final, nos va a dar pan hoy y hambre para mañana, porque con esta depredación sin regeneración, estamos aplicando un modelo muy poco sustentable, porque te estás moviendo de zonas que ya las depredaste, un poco lo que pasó con la Cordillera de la Costa con la Fiebre del Oro y el cultivo de trigo”.

En ese sentido, Calderón planteó que se debe considerar el impacto ambiental de la instalación de los monocultivos. “No basta con desarrollar una actividad sustentable, sino que hoy tienes que enfocarte en una actividad sustentable, por obligación, y que eso esté fiscalizado, y que sea también regenerativa, porque si no la tienes, vas a ir ocupando tierras y agotando los recursos”. Frente a ello, reconoció que los proyectos agrícolas debieran someterse al sistema de evaluación de impacto ambiental.

El investigador apuntó a la eficiencia en el uso del agua como una herramienta clave, donde advirtió que a nivel intrapredial “está bastante descuidada, especialmente en zonas donde no hay sequía, hay muchos huertos frutales que están regando con un 20-30% más allá de la demanda máxima. Son huertos que hoy tienen tecnificación de riego, sensores de humedad, pero que siguen utilizando tasas de reposición que son excesivas. Nosotros hicimos un estudio en kiwis, que es uno de los cultivos que más agua consume, entre O’Higgins y Ñuble, y establecimos que en seis huertos comerciales elegidos al azar el nivel de sobreriego estaba más allá del 40%, es decir, si todos los huertos de kiwis estuvieran con ese sobreriego, equivale al consumo anual de 1 millón 500 mil personas en Chile, solamente el sobreriego”.

Frente a eso, destacó estrategias como el riego deficitario controlado, que significa regar bajo la demanda máxima, que se ocupa en lugares como California, España e Israel, pero que en Chile es aún poco conocida.

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