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Ediles reconocen que ordenanza que prohibe carpas en áreas públicas no funciona

Escrito con plumón rojo y con una impecable caligrafía sobre un trozo de melamina blanca se leía la estrofa: “Ella baila en un anillo de fuego y afronta sus retos con valor”.

La frase, extraída de un poemario del célebre músico y poeta norteamericano, Jim Morrison, cumplía sólo la misión de ornamentar el lugar, junto de una imagen de Ben 10 y una caja con yerbas y flores que crecían anónimas, en una suerte de departamento hecho con pallets, colchones, una alfombra con cojines para atender a las visitas, y arbustos espesos que oficiaban como separadores de ambiente, para evitar la indiscreta mirada de los vecinos del frente, cuando Cinthya Faus, su moradora va a su baño, también hecho con materiales que encontró par ahí.

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Hace cuatro años que vive bajo el puente, en el costado nororiente de la esquina de Collín con O’Higgins.

El lugar, pese a estar bajo el puente, estaba tan ordenado y limpio como el departamento de una persona quien sí le da valor a la higiene.

“El mal olor viene del frente. Los de la muni nunca vienen a limpiar”, nos dice, tras invitarnos a conocer su hogar, en el que incluso hay un nido con chirriantes pájaros.

De jeans, polera oscura y lentes de sol, venía de la pieza que arrienda su pololo, porque allí le permiten ducharse.

De trato cortés y amigable, nos dice que “sí, yo sé que hay personas que están viviendo bajo el puente y que no se han portado muy bien, por eso los quieren sacar. Pagamos justos por pecadores, ya que yo vendo parches curita y no molesto a nadie”.

Los “cabros del frente”, son -asegura- tranquilo pero a veces no tanto. Con ella no se meten porque “igual soy chora, como buena santiaguina. Igual la otra vez me pegaron un punzazo en el hombro, una loca de Las Habas. Como ando limpia no me creen que vivo bajo el puente y se ponen celosas”. Y para acreditar el relato, se descubre el hombro derecho, se saca un parche y nos exhibe el corte aún color carmesí.

Y ese “a veces no tanto”, es la razón por la que personas como el concejal Rodrigo Ramírez suelen recibir cerca de diez whatsapp diarios, advirtiéndole sobre la presencia de esas personas de Collín con O’Higgins, a quienes acusan de insultar, agredir o golpearles los vehículos a quienes no les dan dinero.

Y tiene que ser buen dinero. “¡Ahh, monedas de diez!?, métetelas en la …” le dijeron a una periodista a quien le lavaron el parabrisas sin que siquiera se los pidiera.

Los relatos se repiten una y otra vez en diversas redes sociales, especialmente luego que personal municipal, conforme a un plan para dar más seguridad a los locatarios de la avenida Argentina, desalojara a 14 personas bajo el puente de avenida España, pero al otro día volvieron, pese a que instalaron una reja perimetral.

“¿Y qué pasó con la ordenanza que prohibía a la gente a acampar en los espacios públicos?” se quejaban los internautas, en referencia a la que se aprobó en el Concejo Municipal, en marzo de este año.

“Hay que hacer una revisión al funcionamiento de las hospederías, porque hay personas que supuestamente deben estar ahí, pero hoy están viviendo bajo algún puente”, apunta la concejal Quenne Aitken, presidente de la comisión seguridad, quien además criticó que “en el puente de la avenida España se enrejó pero no se taparon los bordes inferiores y por ahí es fácil pasar”.

Su par, Juan Pablo López, añade que “la ordenanza no está cumpliendo las expectativas, en ocasiones no se les puede pasar multas. Pero el gran problema es que se les erradica pero siempre vuelven y lo van a seguir haciendo, porque enfrentamos un problema de vagancia que debemos asumir articulándonos con otros servcios públicos, como Desarrollo Social, ya que muchos de ellos presentan consumo de drogas y alcohol por lo que no pueden acceder a hospedería”.

Para el concejal Rodrigo Ramírez, “la ordenanza por sí sóla no basta. Los reclamos ya son demasiados pero si no se concretan los desalojos con Carabineros el riesgo de que se eso se arraigue, como ya pasa con la gente de O’Higgins con Collín, quienes llevan cerca de 5 años allí. No podemos bajar la guardia, de lo contrario esto no sólo puede seguir, sino que incluso ver que habrá cada vez más y más carpas”.

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Felipe Ahumada

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