“La economía es una disciplina que busca comprender y promover la mejora del bienestar” (Ben Bernanke, premio Nobel en Economía 2022). “La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo” (Abraham Lincoln, discurso de Gettysburg en 1863). El gobierno es llevar a la praxis un conjunto de postulados, de valores y de ideas que definen cómo debe ser el modelo de sociedad que nos rodea.
Desde 2016 Perú vive de manera persistente en una crisis política caracterizada por el enfrentamiento entre los poderes ejecutivo y legislativo quienes, buscan eliminarse mutuamente. La democracia se ha puesto de rodillas frente a un sistema de partidos políticos significativamente fragmentado. El pueblo ha manifestado su desacuerdo con ambos poderes del Estado, lo que ha conducido a revueltas sociales con lamentables pérdidas de vidas humanas. Empero, a pesar de este calamitoso escenario, los datos publicados por el Banco Mundial muestran una curiosidad. La variación interanual del PIB real, en la economía peruana, tiene un efecto rebote mayor que lo observado en Chile. En efecto, mientras que en el año de la pandemia (2020) el decrecimiento del PIB real de Perú fue de -11%, el de Chile fue de -6%. En el siguiente año (2021), la variación del PIB real de Perú se encumbró al 13,3%, mientras que en Chile la cifra fue de11,7%. Es decir, la economía del convulsionado Perú muestra ser más dinámica que la chilena.
La evidencia que se observa en democracia parece favorecer la siguiente hipótesis: <<La economía y el gobierno suelen tomar caminos convergentes. Empero, cuando la sociedad se enfrenta a la disyuntiva de optar por un sistema de gobierno cuyo modelo de sociedad amenaza la estabilidad económica, el gobierno deja de ser relevante>>. Esta hipótesis explicaría la paradoja que se vive en el Perú, donde la economía ha tomado un camino independiente de los problemas de ingobernabilidad que ha experimentado el vecino país del norte.
Chile comenzó el año 2022 con aires refundacionales. La abrumadora demanda ciudadana de mayor justicia social e igualdad en el acceso a las oportunidades, abrieron la puerta a un nuevo gobierno cuya impronta marcaba un fuerte componente de cambio estructural del sistema económico y social vigente. Con la premisa de “construir un Chile más justo y digno para todos y todas”, el programa de gobierno consideraba una serie de transformaciones de mayor cuantía. Sin embargo, lo que parecía ser una preferencia mayoritaria de la ciudadanía, cambió abruptamente con el rechazo en el plebiscito constituyente. La sociedad chilena envió una señal contundente de que no está dispuesta a embarcarse en una dinámica de cambios a cualquier costo. La variable económica, nuevamente mostró su dominancia sobre las visiones de un Chile distinto. En este sentido, el FMI confirmó el complejo escenario económico del país al rebajar la estimación de crecimiento y señalar que las expectativas apuntan a que será la única economía de Latinoamérica y el Caribe que se contraerá.
Parece que la expresión “otra cosa es con guitarra” ha calado fuerte en la mayoría de los chilenos. Lo cual no debiese extrañar toda vez que, en el Chile real, por sobre cualquier consideración ideológica el ciudadano común y corriente anhela una mejor calidad de vida. Esto es, en una democracia sin economía, el gobierno pierde su valor para la ciudadanía.
