“La salud es lo primero”, reza un viejo aforismo que resume una idea acertada, pero que llevada al extremo puede ser la lápida para nuestro frágil tejido empresarial. Bien lo dijo el pasado domingo el economista Renato Segura para referirse a la pobreza que deviene de una crisis sanitaria como la actual: “combatir una pandemia con otra es una irresponsabilidad enorme”.
La experiencia de los países que han sufrido epidemias en el pasado muestra que hay, principalmente, tres canales de transmisión a la economía. El primero es el consumo, ya que si bien las ventas aumentan en el momento previo y en los primeros días de la cuarentena, luego se produce una fuerte retracción, no solo por el aislamiento, sino también por la caída de ingresos que la situación genera. Y al desmoronarse el consumo, las empresas registran menores ingresos, y a las más endeudadas les resulta cada vez más complicado honrar sus obligaciones, por lo que el riesgo de quiebra aumenta.
En segundo lugar, se presenta una pérdida de confianza, un crecimiento de la incertidumbre porque las consecuencias económicas de las medidas adoptadas para combatir el coronavirus son totalmente desconocidas, así como también la duración de la cuarentena y los cierres de fronteras.
A nivel regional, no solo la psicosis colectiva ha ido escalando con el paso de los días, lo que ha llevado a la escasez y alzas de precios de productos específicos, como mascarillas y alcohol gel. El impacto económico se ha hecho sentir a todo nivel y de manera contundente, sin embargo, para el emprendimiento es una verdadera pandemia. Las pequeñas empresas que enfrentan un cese total de la demanda de la noche a la mañana quedan sin ventas. No tener ventas quiere decir no tener ingresos.
Un emprendedor pequeño, un restaurante o un negocio de barrio, en muchos casos vive del día a día, y no tener ventas es no tener capital de trabajo, es no tener flujo de caja. Quiere decir no tener ingresos, aunque los gastos si siguen corriendo todos los días, con virus o sin virus. Los arriendos no bajan por estar cerrado por Covid-19, tampoco se puede dejar de pagar sueldos e imposiciones.
Es decir, para un emprendedor pequeño la alternativa para reducir gastos es cerrar su negocio, así no tiene que pagar arriendo ni servicios, y despedir a los empleados para no tener que pensar en sus remuneraciones.
Todos sabemos que no hay crisis financieras sin víctimas y también sabemos que la economía está profundamente interconectada, de tal manera que un cambio en un sector afecta directa e indirectamente a los demás sectores productivos y por ende a los ingresos de la población.
Por eso es tan importante ante esta coyuntura el trabajo coordinado entre el sector productivo, gremios, academia y sector público, para enfrentar una enfermedad que no solo afiebra a los mercados financieros, sino también a la economía real y a sus principales actores: las pymes.