Mañana se cumplen exactos dos años desde el primer caso de covid-19 reportado en nuestro país. Había sido notificado en Talca y se trataba de una persona de 33 años, con antecedente de viaje durante un mes por distintos países del sudeste asiático.
Lo que vino después es historia conocida. Una trágica historia que ha marcado el nuevo siglo, pues aquello que primeramente fue calificado como epidemia se convirtió en una pandemia que ha producido más de 6 millones de muertes. Pero de alguna manera este 2022 el mundo había comenzado a respirar con cierto alivio. Las vacunas y ciertas estrategias fruto del ensayo-error estaban dando resultados, y la vida, con sus hábitos sociales, poco a poco regresaba a ritmos de pre pandemia. Sin embargo, esos sentimientos de retorno a la normalidad comenzaron de repente a frustrarse con las repetidas imágenes de los tanques rusos avanzando por Ucrania.
El mundo entró en otra espiral de incertidumbre de la que no saldrá en el corto plazo. Iniciando el tercer mes del año, ya nadie se atreve a hacer pronósticos. La idea de un fin de la pandemia en el segundo semestre y una estabilización del comercio mundial hoy es apenas añoranza, ya no proyección. Nadie vio venir que los tiempos del poscovid estarían marcados por una insospechada crisis política, militar y energética, en una de las ex repúblicas de la desaparecida Unión Soviética, un tema que para muchos ya era parte de la historia.
Y mientras Putin pone en jaque los precios del crudo y del gas que consume buena parte del mundo desarrollado, China sigue suministrando la mayor parte del consumo occidental, incluso de muchos productos agropecuarios, revelándose además que el fenómeno inflacionario no es una externalidad transitoria, sino un problema que puede durar bastante tiempo en controlarse con las herramientas tradicionales, como son las tasas de interés.
La política económica chilena del gobierno de Piñera no fue la más adecuada para enfrentar la pandemia, y ante el cambio de administración no está claro cómo se va a llevar o contrarrestar la variación de precios en una economía dependiente de las exportaciones de cobre, con deficiencias en la producción local, pero sobre todo agobiada por el alto costo del dinero usado para enfrentar la crisis del coronavirus. 2022 no será un año fácil y se vuelve urgente para el nuevo Gobierno explicar cómo va a manejar esta nube gris que se posa sobre un ya complejo escenario de recuperación económica en medio de la pandemia.
