Close
Radio Radio Radio Radio

Convención Constituyente

Chile inició ayer un inédito proceso de cambio estructural, a partir de la instalación de la Convención Constitucional que redactará -de forma casi paritaria (77 mujeres y 78 hombres) y con 17 representantes de los pueblos originarios- la Carta Magna llamada a sustituir la que fue promulgada en 1980 por la dictadura de Pinochet.

La histórica ceremonia, celebrada en el ex Congreso Nacional, comenzó con casi tres horas de atraso y estuvo marcada por reiteradas interrupciones en su inicio, incluso con gritos a la representante del Tribunal Calificador de Elecciones, que se convirtió en sorpresiva protagonista de la jornada. Luego de acusaciones cruzadas entre carabineros y manifestantes, el establecimiento de la convención continuó cuando se confirmó que ya no había represión y detenidos.

Pasada la una de la tarde, los 155 constituyentes asumieron sus cargos, con una aceptación conjunta a viva voz, y de inmediato comenzaron la votación para elegir su presidencia. Esta decisión era ampliamente esperada, porque daría las primeras luces sobre las fuerzas internas dentro de la convención. La presidencia tiene no solamente una importancia simbólica, sino de inmenso poder en el desarrollo de la discusión, pese a que no están normadas todavía sus atribuciones.

Finalmente, fue elegida una representante del pueblo mapuche, la doctora y académica Elisa Loncón, de 58 años. Se trata de una potente señal política hacia las mujeres y el movimiento feminista. Pero sobre todo hacia los pueblos originarios, siempre excluidos de las grandes decisiones del Estado.

La nueva líder de la convención, que agradeció con una bandera mapuche entre las manos y hablando mapudungún, logró 96 votos con el apoyo de indígenas, socialistas y el Frente Amplio, a los que se le sumaron luego en la segunda vuelta a los convencionales del Partido Comunista y de la Lista del Pueblo. En la vicepresidencia, en tanto, fue elegido el abogado del Frente Amplio, Jaime Bassa, Ambos deberán poner en tabla las discusiones y la distribución del trabajo, pero sobre todo deberán articular el diálogo político en una convención diversa y marcada por la presencia de los independientes que no responden a órdenes partidarias.

Con la derecha arrinconada, la centroizquierda disminuida y una fuerte irrupción de los independientes de izquierda, los constituyentes tendrán un año como máximo para acordar un nuevo texto, en medio de un ambiente de altísima politización que demandará mucha voluntad de diálogo, pues sin consensos, una nueva Carta Magna que permita encauzar la crisis política, institucional y social chilena, se convierte en un espejismo.

Es de esperar que este inédito proceso aproveche la diversidad y capacidad de sostener posturas divergentes, pero constructivas, para crear caminos que permitan superar los grandes retos que tenemos como país, que demandan de los 155 constituyentes un sentido de responsabilidad superlativo. Ignorar ese desafío puede llevar a escenarios que a toda costa urge evitar.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

Leave a comment
scroll to top