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Compromiso con Chillán

Veinticinco años han pasado desde los primeros anuncios del soterramiento de la línea férrea en Parque Lantaño o del tercer acceso a Chillán por Huape, casi el mismo tiempo de espera que tiene otro proyecto emblemático como la Circunvalación Oriente que une las principales avenidas de la ciudad o el baipás oriente (que pasa por fuera de la urbe y une Nahueltoro con Chillán Viejo) y que aparece como una obra clave para mejorar la movilidad y el transporte en la intercomuna.

Sin embargo, no es esto novedoso, al punto que nos hemos mal acostumbrado a escuchar en reiteradas ocasiones el mismo anuncio oficial y a esperar en vano que se cumpla con la promesa y la obra sea una realidad.

El retraso de las obras públicas en la capital de la región tiene rasgos alarmantes y es preciso recordarlo cada cierto tiempo, a fin de lograr un efecto movilizador que impulse avances concretos, pues en paralelo a la mora, el inventario se va engrosando con nuevos problemas, como hoy ocurre con el lamentable estado de conservación de la red vial de la ciudad.

Ciertamente, hay responsabilidades propias, derivadas de la incapacidad de sucesivos gobiernos comunales para dar forma a iniciativas de gran envergadura, pero la principal causa de la postergación en materia de obras públicas que sufre Chillán, a no dudarlo, ha sido la arbitraria distribución de los presupuestos sectoriales y regionales para este fin.

Cuesta entender que obras como el soterramiento de la línea férrea en Parque Lantaño o la Circunvalación Oriente, no sean rentables socialmente, considerando el enorme impacto que tendrían en la calidad de vida de miles de familias. Cuestan del orden de 30 millones y 100 millones de dólares, respectivamente, pero sus beneficios actuales y futuros están en la conectividad de los dos sectores de la ciudad que muestran mayor dinamismo inmobiliario, pero también mayores problemas de movilidad de sus residentes. Por mencionar algunos, se puede suponer un aumento de proyectos de inversión, tanto habitacionales como comerciales; una mejora en la movilidad y transporte, en el deterioro de los vehículos particulares, en la seguridad vial, lo mismo que un mejor acceso de la población a diferentes servicios básicos.

Es decir, hay un cálculo que puede llevar a maximizar cada peso invertido en el paso bajo nivel de Lantaño y en la Circunvalación Oriente, y que va más allá de lo oneroso que puede ser su construcción para las arcas fiscales.

Pero hay otro factor, no cuantificable, asociado al valor público de obras como éstas. Esto es la percepción de los ciudadanos de que mejora su calidad de vida, al reducirse ese seudo aislamiento que supone tener como frontera la línea del tren o una sola calle para movilizar un flujo de más de 20 mil vehículos al día.

Se puede suponer que detrás del paso bajo nivel de Lantaño, la Circunvalación Oriente, el tercer acceso a Chillán por Huape, o del Baipás Oriente hay valor público suficiente y en virtud de ello sería muy importante que estos cuatro proyectos se incorporarán a las carteras prioritarias del nuevo gobierno, en sus versiones nacional y regional. 

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