Pese a ser la principal actividad económica durante casi 4 siglos, el potencial agrícola de Ñuble no ha alcanzado un nivel de desarrollo lo suficientemente robusto como para obtener las ventajas que de ella se podría conseguir y que hace algunos años nos hacía pensar que era posible ser un polo de producción alimentaria, con liderazgo nacional e internacional.
En la Región existen aproximadamente 35 mil agricultores, siendo la mayoría de ellos pequeños propietarios o pymes que trabajan en forma individual y, por ende, tienen un costo mayor a la hora de exportar, adquirir insumos, generar nuevos mercados y diversificar su producción.
Por otra parte, suele olvidarse que el agro local está inserto en un mercado altamente competitivo y complejo, con actores internacionales, pero también locales, como ocurre con la competencia interna de las regiones vecinas.
Ilógico, entonces, es negar la realidad y como el análisis es claro, lo inteligente es centrarse en la solución, que no es otra que terminar con la improvisación y actuar asociativamente, en función de una estrategia de desarrollo y competitividad, basada en cuatro conceptos rectores.
Una mejor coordinación entre los agricultores, ya sea por rubro o sector territorial, aparece como un primer desafío. En promedio, un propietario agrícola es dueño de 31 hectáreas, lo que es una superficie muy pequeña al hablar de volúmenes competitivos de producción. Por esto, es urgente la coordinación entre ellos. Los servicios públicos del agro han intentado potenciar esta debilidad local, con resultados diversos, en general no muy buenos.
El aumento de hectáreas regadas es otro punto fundamental en este proceso de demandas del agro. En la actualidad sólo el 40% de la superficie disponible para la agricultura tiene un sistema de riego. Por ende, una mejora en la conducción del agua hacia el riego, así como su almacenamiento, son tareas prioritarias.
Un tercer aspecto a considerar en esta estrategia de desarrollo agrícola es lograr una mayor diversificación de los productos, entregando valor agregado a la actual producción. Y para ello se requiere invertir en nuevas tecnologías, capacitación del recurso humano, mejoras en la administración y manejo de los productos y, por supuesto, mejorar la competitividad.
En tal sentido, es misión del Gobierno facilitar que las instituciones de educación superior regionales, sobre todo aquellas que tienen capacidades de investigación, establezcan alianzas con los agricultores. Ese es un aspecto clave, en el que se debe avanzar sustancialmente, si se desea potenciar el agro de Ñuble no solo a largo plazo, sino que considerando el futuro inmediato y las inversiones que se están realizando otras zonas del país, que han avanzado en esta materia bastante más que la fértil Región.