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Comedores solidarios han aumentado casi un 40% en los últimos meses en Chillán

Mauricio Ulloa

Es brasileña. Llegó a Chile por lo que la mayoría de los extranjeros lo han estado haciendo en los últimos años. Y muy bien no le ha ido.

Cada día le pasa algo, a ella o a su pareja, siempre un comentario, un gesto de alguien para recordarle que “no son chilenos”.

Pero ya eran muchos los días en que su guagua de un año lloraba porque quería leche. Y no había.

“Recuerdo cuando llegó con su guagua y otro niñito más en coche, y nosotros la recibimos altiro, le dijimos que viniera no más, que aquí ayudábamos a todos”, dice visiblememte emocionado, Eduardo Pino, encargado del proyecto y dirigente de la junta de vecinos número 26 de Los Puelches.

En total son diez las familias extranjeras que están inscritas en esta olla común, en su mayoría haitianos y venezolanos que últimamente han llegado a recibir alimentos y colaciones en forma gratuita de lunes a viernes en la parroquia.

Sin embargo, los extranjeros no son los únicos que se han acercado a solicitar esta ayuda a los comedores.

Conforme a datos de la municipalidad de Chillán, los comedores solidarios ya han aumentado a 24 en la comuna, y según los organizadores de estos proyectos, la cantidad de personas que se atienden en ellos, también ha ido aumentando.

Ricardo Rodríguez, coordinador del proyecto de Ollas Comunes en Chillán, dice que “la cantidad de juntas de vecinos que están haciendo esto ya son casi un 40% más, desde mayo a la fecha; y la cantidad de familias inscritas también han aumentado en cerca de un 40%”.

Como ejemplo, en la parroquia El Buen Pastor, están recibiendo a personas con domicilio en la Villa Pacífico, El Arrayán 2, las poblacion es Río Viejo, Cocharcas, Witker, “e inclusco viene un señor que es solo y que vive en la calle Cocharcas, en el centro. Camina todos los días, dos kilómetros para acá y dos kilómetros para allá, para recibir su almuerzo”, relataron.

Sin embargo, explica que esta semana, se ha experimentado un número de familias que se han retirado de las listas.

“Y esto coincide con la semana en que se empezó a entregar el 10% de las AFP o se empezó a pagar el bono Clase Media, de 500 mil pesos. Sé de muchas familias que han estado tratando de ocupar ese dinero en ese tipo de insumos, e incluso ayudando a sus familiares con alimentación”, añade.

De todas formas apunta a que “una cosa es contar con estos recursos, como el bono o el seguro de cesantía o el retiro del 10% y otra, muy distinta, es contar con un trabajo, y la cesantía ha golpeado fuerte en la región. Para que este aumento de personas que vienen a inscribirse en los comedores solidarios, se detenga o disminuya, lo que se requiere es que la gente vuelva a trabajar”.

Según las directrices de estos proyectos, que deben ser aprobadas por la municipalidad y la Intendencia para ponerse en marcha, “se estima que los comedores solidarios se mantengan vigentes hasta el mes de octubre”, advirtió Rodríguez.

Cesantía, el factor común

Ramiro Oses es analista de riesgos y nunca en su vida había estado sin trabajo. Hasta ahora.

“Ya cuando empezó lo del estallido social, comenzaron algunos problemas en la empresa, y ahora apenas apareció lo del Covid, la cuarentena y todo eso, me quedé sin trabajo y no he podido encontrar, pese a que estado buscando harto”, cuenta.

Su nombre está en la lista del Buen Pastor desde hace sólo dos semanas.

Pero también los hay quienes se ven en aprietos pese a que ya no tiene menores a cargo.

Luis Fuentes, extrabajador de Salfa, recibe una pensión por ser discapacitado, debido a una lesión sufrida en una pierna.

“Pero son apenas 120 mil pesos de pensión. ¿Qué cree usted que alcanzo a hacer con eso?… ¡Nada!, más encima todo subió de precio ahora”, critica.

Otras ayudas

“Si la municipalidad y la intendencia siguen ayudando, esto puede mantenerse, es la única manera”, observa Cecilia Henríquez, presidenta de la Unión Comunal de Juanta de Vecinos de Chillán.

La dirigenta dice que lo de los comedores comunitarios también ha empezado a ser la opción que han tomado “todas aquellas personas que por mucho tiempo estuvieron esperando las cajas de alimento que repartió el Gobierno, pero que apenas duran un par de semanas. Y aún hay sectores a los que no les han llegado sus cajas. Ellos están muy molestos”.

Por todo lo anterior, Cecilia Henríquez explica que en muchas juntas vecinales se ha ido haciendo catastros para conocer cuáles son los vecinos más afectados, “y entre los propios residentes de cada barrio, población o villa arman cajas solidarias con los aportes que cada uno puede dar. Lo que no se dice, es que eso ya está empezando a pasar en sectores de clase media, no sólo en los barrios de personas con menos recursos”.

Felipe Ahumada

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