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Ciberacoso

agenciahoy

La dualidad de posibles usos, positivos o negativos, constituye siempre un riesgo en los medios que el hombre crea y emplea luego masivamente. Las redes sociales en constante expansión no escapan a esa alternativa, ya que junto con la suma tentadora de servicios que ofrecen, también abren la probabilidad indeseada de su aplicación a fines perjudiciales. El daño se torna más factible cuando los usuarios son menores.

Lamentablemente, fue lo que ocurrió durante la pandemia. Los casos de ciberbullying, la versión digital del acoso escolar, aumentaron los últimos dos años a causa de la enseñanza a distancia. Las denuncias de maltrato en 2021 se incrementaron un 20% respecto de 2020, y las por ciberacoso, aumentaron un 46% en 2021, siendo las mujeres las más afectadas, con un 76,2%.

Según el Estudio de Ciberacoso en Chile 2021, con jóvenes de 15 a 29 años, un 47% afirmó haber sido víctima de esta práctica al menos una vez en los últimos tres meses. De esos jóvenes ciberacosados, un 38% declaró presentar síntomas que son compatibles con depresión mayor; un 25% afirma que ante episodios de ciberacoso su reacción es hacerse daño, y un 69% señala que el ciberacoso del que son víctimas consiste en comentarios hirientes o malintencionados en línea.

Por otro lado, un 64% de los jóvenes en Chile fue testigo del ciberacoso al menos una vez durante los últimos tres meses. De esos testigos, un 58% señala no haber hecho nada para enfrentar esta práctica. El 52% de los testigos declara haber sido también víctima de acoso por medios digitales en los últimos tres meses.

Se trata de un delito que es más frecuente de lo que parece y es lo que motivó la dictación de una ley que conlleva penas de 61 días a 3 años de cárcel y que, a dos años de su promulgación, puede decirse que fue un buen intento de enfrentar una problemática social, cuya solución, obviamente, excede a la dictación de normas y al endurecimiento de las sanciones.

Las redes sociales son parte de la realidad cotidiana de cualquier persona y de cualquier grupo familiar y ante sus desvíos el papel que les corresponde a los padres es crucial y remite al cuidado que siempre han ejercido sobre sus hijos, desde el momento mismo de nacer.

¿Cómo deben actuar los padres, docentes y todos aquellos adultos que estén a cargo de niños y adolescentes ponerles límites, pero no por ello invadir su intimidad?

En primer lugar, los adultos debemos comprender que todo el mundo puede estar expuesto a sufrir algún delito en Internet, por eso se recomienda siempre a todos los usuarios no dar nunca información muy precisa o muy personal por este medio. De la misma manera, entonces, deben actuar con sus hijos: enseñarles a no dar datos muy íntimos, a no hacer citas con gente que no conocen o sobre qué tipo de fotos suben a la red.

En síntesis, se trata de recomendaciones cuya eficacia dependerá de una acción conjunta entre padres e hijos, a fin de aprender a cuidar el valor de la privacidad y servirse mejor de un medio que puede ser muy útil para el desarrollo de las relaciones sociales, pero que en el caso de niños y adolescentes, los vuelve muy dependientes y expuestos a los riesgos que conllevan.

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