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Carta al Viejo Pascuero:

Querido Viejo Pascuero, hace muchos años que no te escribo en Navidad. Empero, dada las actuales circunstancias, necesito volver a creer en tus capacidades para traer alegría, paz y amor a los hogares de Ñuble. Con todo mi respeto y mucho cariño, te quiero pedir que reúnas cerebro, corazón y manos de nuestras futuras autoridades. Lo necesitamos más que nunca para acometer las acciones que demanda el desarrollo económico digno para nuestra comunidad.

Te explico. Los hogares de Ñuble, tanto urbano como rural, están constituidos por personas con voluntad y coraje para vencer las adversidades. Desconfían de los políticos, los partidos y los líderes mesiánicos. Valoran que se les acompañe en su esfuerzo por tener una mejor calidad de vida, en un ambiente donde las ideas superan a los reproches. Construyen y no destruyen. Buscan oportunidades y trabajan para aprovecharlas. Saben hacer su trabajo y cuidan a su familia. En definitiva, aman su región y están dispuestos a buscar la felicidad en ella.

Por otro lado, las autoridades tienen un corazón noble, con una enorme capacidad para convocar voluntades. Son inteligentes y con un sentido claro de las acciones que deben acometer para avanzar en el desarrollo económico digno de los hogares. Cuentan con la capacidad para moldear el futuro esplendor de las comunidades que representan.

Sin embargo, es usual que los grados de libertad de que disponen sean insuficientes para alcanzar la simbiosis cerebro, corazón y manos. En efecto, la experiencia nos ha mostrado que la génesis de los proyectos ocurre en un ambiente de baja participación real de la comunidad (aun cuando abundan los registros de participación nominal). Los hogares de la región mantienen bajos niveles de movilidad económica. Es común observar al núcleo de confianza de las autoridades funcionar en un ambiente cerrado. Es frecuente que la información que fluye hacia la autoridad sea incompleta y sesgada. También es usual que en la mayoría de los equipos de apoyo se confundan los roles entre funcionarios y servidores públicos.

En este sentido, es insostenible seguir culpando al centralismo del rezago de nuestra región. Desde el año 2018 que adquirimos plena independencia y aun no se observa con nitidez la participación de la comunidad local en las decisiones de sus autoridades. Por ejemplo, necesitamos atraer nuevas inversiones y nuevos mercados para los productos agrícolas, pero se desestima presionar al Gobierno Central para decretar una zona franca agroindustrial en la región. Se ha tratado infructuosamente de convencer a las autoridades para que se puedan apalancar las compras públicas con el desarrollo de proveedores locales. Se reacciona con excesiva cautela cuando se trata de impulsar grandes obras para resolver grandes problemas que aquejan a la comunidad. Cuesta hacer entender la prioridad de dar sostenibilidad a la agricultura familiar campesina mediante la inversión en invernaderos para mejorar la rentabilidad del suelo agrícola y, con ello, frenar el avance de las plantaciones forestales y/o las parcelas de agrado en superficies de tierra cultivable.

Viejo Pascuero, si me das lo que te pido, una parte significativa de los 112 mil hogares urbanos y 52 mil rurales, de la región de Ñuble, podrán abrazar la esperanza de un desarrollo económico digno.

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