Capacitación y emprendimiento parecen ser los elementos clave para que la Región de Ñuble deje atrás las altas cifras de pobreza reveladas por diferentes estudios, incluida la última encuesta de caracterización socioeconómica, Casen 2020, que estimó que un 15% de la población vive en esa condición, cifra que de seguro aumentará en la nueva medición que se ejecutará este año. Y es que entre los principales factores de esta compleja y triste realidad figuran: la alta ruralidad (62% de la población y 96% del territorio regional.) asociada a un menor acceso a servicios básicos y a una deficiente conectividad vial y de comunicaciones; la escasez de capital humano calificado asociada salarios inferiores que el promedio nacional, lo que fomenta la migración de los trabajadores; y las bajas tasas de inversión que han repercutido en un crecimiento mediocre, con efecto en el empleo.
Según datos del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, el año pasado se crearon 3.575 empresas en Ñuble, lo que representó un incremento de 36,6% respecto de 2020, que se explica principalmente por el aumento en los sectores comercio, transporte e industria. El sector silvoagropecuario, sin embargo, tuvo un débil dinamismo en esta área.
La construcción de la región más joven de Chile requiere de un impulso al crecimiento, pero para lograr aquello se necesita generar incentivos: potenciar las áreas estratégicas para el desarrollo, como el agropecuario y agroindustrial; mejorar la infraestructura para aumentar la competitividad y la calidad de vida de los habitantes; y fundamentalmente, contar con una masa crítica de profesionales y técnicos que sean capaces de aportar a este desafío.
Los gremios agrícolas vienen lamentando hace décadas el abandono en que se encuentran los rubros más tradicionales, que han ido cediendo terreno a otros más rentables orientados a la exportación, pero ese abandono no tiene que ver con la entrega de menos subsidios, sino que con la falta de políticas que fortalezcan a estos sectores.
Y si bien desde el ámbito público existe una amplia batería de instrumentos que apuntan al fomento productivo, al emprendimiento y la innovación, no es menos cierto que aún existe el desafío de descentralizar aún más la asignación de estos recursos, pero, fundamentalmente, de capacitar a los emprendedores e incentivar la asociatividad, de manera de superar brechas de acceso a tecnologías y a conocimientos de administración.
Es por lo anterior que resulta clave trabajar en una adecuada focalización de los recursos públicos en la construcción de un capital humano calificado, que contribuya al desafío de agregar valor a la producción, que aporte conocimiento y se atreva a innovar, de manera de seguir diversificando la matriz productiva de Ñuble, porque ello se traducirá, cual círculo virtuoso, en nuevos emprendimientos y más y mejores empleos, brindando la oportunidad a muchos talentos locales de quedarse en esta fértil región.
