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Aún estamos en sequía

Si bien la mayor atención mediática y de la opinión pública está concentrada en la pandemia y sus efectos, es fundamental no olvidar que la región de Ñuble también atraviesa una crisis hídrica de grandes proporciones, que ya se extiende por una década y que continúa mermando el desempeño de la agricultura, un sector clave de la economía regional.

El déficit de agua caída en la región, que supera el 35%, convierte a este año en uno de los más secos de la última década de megasequía y los pronósticos para los meses de verano no son mejores que la temporada pasada, con una fuerte disminución de caudales en enero, febrero y marzo, precisamente cuando más agua se necesita en el agro. En ese sentido, las esperanzas de muchos están puestas en la nieve acumulada en la cordillera, sin embargo, no se trata de una solución mágica y en ningún caso compensará la menor disponibilidad hídrica.

Si bien se debe reconocer el esfuerzo público y privado por avanzar en iniciativas que apuntan al uso eficiente del recurso, como el riego tecnificado o el revestimiento de canales, así como la incorporación de tecnología a través de la agricultura de precisión, éstas todavía son insuficientes para enfrentar adecuadamente la crisis. Conviene destacar también la voluntad del Gobierno Regional por complementar con recursos propios los presupuestos sectoriales destinados al riego, lo que ha permitido llegar a cifras récord de inversión.

No hay ninguna duda de la importancia estratégica del sector agroalimentario. Así ha quedado nuevamente en evidencia durante este año de pandemia y así lo han dejado claro también las autoridades de Gobierno, sin embargo, la seguridad alimentaria en Chile sigue estando al debe y buena parte de los alimentos de la dieta básica se deben importar, tanto por la ausencia de políticas que apunten a un fortalecimiento de los cultivos tradicionales como por la falta de celeridad en la ejecución de proyectos de embalses, cada vez más urgentes.

Lamentablemente, en el mundo político -principalmente de izquierda- la preocupación por el agua está más concentrada en restringir la propiedad privada de los derechos de aprovechamiento de agua que en brindar las facilidades para que la agricultura pueda seguir creciendo y modernizándose.

Pese a lo anterior, en Ñuble se observa un rápido y sostenido crecimiento de la superficie cultivada de especies más rentables, como los frutales, lo que no hubiese sido posible sin la construcción de pozos profundos para captar aguas subterráneas, que también se están agotando.

Frente a los desafíos de un sector dinámico, que cada vez demanda más agua y energía, es deber del Estado brindar las condiciones para que el agro pueda seguir desarrollándose, y si bien se valoran los diagnósticos, las instancias de diálogo generadas por el Gobierno y el aumento del presupuesto público para riego, lamentablemente, las medidas están llegando tarde y son insuficientes, porque sin hacer mucho ruido, la sequía sigue azotando a Ñuble y al país.

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