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Apoyo económico

Muchos empresarios y trabajadores del comercio ven con gran preocupación cómo sus negocios están al borde de quebrar o ya se están lamentando por el cierre definitivo. La crisis sanitaria, ha afectado con particular dureza a este sector.

Las restricciones impuestas por la autoridad, así como un fuerte descenso del consumo en un contexto de menor actividad económica, han sido los principales factores de la caída de más de un 60% en las ventas del comercio local, un sector conformado principalmente por micro, pequeñas y medianas empresas, que han debido enfrentar además, el pago de impostergables compromisos, como créditos y costos fijos.

El Gobierno ha lanzado un paquete de medidas de ayuda con el fin de evitar su desaparición y la destrucción de empleos, como la capitalización del Fondo de garantía para pequeños empresarios (Fogape) para ofrecer créditos “blandos” a través del sistema financiero o la Ley de Protección del Empleo, para evitar una ola de despidos mucho mayor.

Pese a estos esfuerzos, los gremios de emprendedores coinciden en que la ayuda no ha logrado llegar a los más pequeños, que son precisamente los más vulnerables.

Según el Observatorio Laboral de Ñuble, en promedio, el 17,6% de los ocupados de la región se desempeñaba en este sector durante 2019, siendo el segundo en importancia tras el silvoagropecuario, lo que equivale a casi 40 mil personas. En el caso de Chillán, según el Censo de 2017, corresponde al 50% de los trabajadores.

Ciertamente, las cifras económicas y laborales no son muy alentadoras, incluso algunas de estas no capturan en plenitud los impactos que tendrá esta pandemia, por lo tanto, será fundamental generar medidas que vayan en apoyo de los más afectados y necesitados.

Las cuarentenas dinámicas que hizo famosas el exministro Mañalich, como también la reapertura parcial por sectores y la recuperación de la vida productiva pero no de la vida social, que es lo que ha pretendido hacer el Gobierno, tiene todo el sentido desde el punto de vista de contener la propagación del virus y evitar un colapso del sistema de salud, pero desde el punto de vista económico es una fórmula que no permite la recuperación.

El gasto de una persona es el ingreso de otra. Compramos bienes y servicios que necesitamos o queremos a cambio de dinero que va a los que producen esos bienes o proveen esos servicios y quienes a su vez utilizan ese dinero para adquirir bienes y servicios de otros, y así sucesivamente. Por eso, el hecho que haya varios sectores completamente cerrados u operando parcialmente, significa que la contracción económica se extiende a todos los demás.

La mala noticia es que así el gobierno autorizara la reapertura total de todos los sectores (como si el virus ya no existiera), el consumo precrisis no va a regresar, porque existe un porcentaje importante que no va a retomar sus patrones de gastos, ya sea porque perdió poder adquisitivo o porque no se sienten seguros que la epidemia está controlada y eso solo va a ser a suceder cuando haya una vacuna, que según los escenarios más optimistas no estará disponible hasta antes del segundo trimestre de 2021.

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