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Al reencuentro de familias separadas por adopciones irregulares

Hace cinco años Constanza del Río conoció a su madre biológica, una mujer de clase acomodada de Viña del Mar, quien la rechazó al nacer porque asumía con vergüenza la maternidad, siendo soltera. Tras el reencuentro, esa hija, hoy de 47 años, no esperaba ser rechazada por segunda vez cuando logró llegar hasta ella a través la ONG “Nos Buscamos”, que creó justamente para reconstruir su propio árbol genealógico mediante un cruce de ADN.

Sin embargo, su viaje al pasado tras ser adoptada de forma irregular por su actual familia, cambió de dirección al conocer a su padre biológico, quien vive en Osorno, y a diferencia de su progenitora, la recibió con los brazos abiertos.

Repetir historias como estas es el objetivo de la organización “Nos Buscamos”, creada en 2014 y cuyo objetivo es promover los reencuentros entre familias que fueron separadas por adopciones irregulares. La experiencia de Constanza es la bandera de lucha de otras familias quienes han denunciado tráfico y secuestro de menores en las décadas de los 70, 80 y 90.

La organización, a través de su página web, ha registrado 4.254 casos a nivel nacional e internacional, de los cuales más de 30 pertenecen a la región de Ñuble, principalmente de Quirihue y Chillán.

“Los de Quirihue tienen que ver con una asistente social que se llama Esmeralda Quezada, que tomaba los niños vulnerables, se aprovechaban de gente que no tenía recursos. A las madres les decía que los niños iban a estar mejor en un hogar, que fueran a trabajar tranquilas, para luego simplemente desaparecer. Las madres, cuando iban a los hogares, los niños no estaban. Su ‘jefa’ era Ana María Elmgren, ciudadana sueca que vive en La Dehesa hace 40 años, también asistente social que contrató a otras a lo largo de Chile. Esa señora se llevó 2.021 niños a Suecia, ahora son adultos y creen que fueron abandonados, y los que han recurrido a la organización se han enterado que fueron robados” reveló.

Para concretar las adopciones irregulares habrían recurrido a distintos modus operandi, siendo siempre en este caso las víctimas mujeres vulnerables, carentes de educación formal y redes de apoyo, quienes habrían sido manipuladas en base a engaños y mentiras, disfrazando dichos actos como supuestas “obras sociales”.

“Llegaban a los hospitales donde pagando o convenciendo a personas del hospital de esa época, engañaban a la gente diciendo que los niños habían muerto en el parto. La segunda forma que lo hacían, era diciendo que los niños estaban muy enfermos o desnutridos, que si no los mandaban al extranjero se iban a morir, y la tercera, era que simplemente les quitaban los niños”, detalló.

Agregó que “todas estas mujeres vendían las guaguas a 10 mil dólares, por lo tanto, era un buen negocio. Esto ocurrió entre los 70, 80 y 90, no tiene que ver la política, sino con la plata, el negocio, robando las guaguas a mujeres que no se podían defender”.

Monja belga

Para la ONG “Nos Buscamos” la historia de la religiosa belga Elisa Clementine Mottart Breban, quien trabajaba en el hogar Nuestra Señora de la Paz, en El Carmen, en la década del 80, merece un capítulo aparte, dado que habría estado involucrada en el secuestro de niños principalmente en sectores rurales, escenario propicio para cometer este tipo de acciones, dada la soledad y la ausencia de redes.

Tras enfrentar esas acusaciones por parte de las familias años más tarde, la religiosa belga huyó de Chile para refugiarse en Bélgica, según consignó Constanza.

“Los relatos que tenemos es que esta señora iba por los campos en una camioneta en El Carmen, y cuando veía a los niños caminando solo los tomaba en brazos en contra de la voluntad y se los llevaba, y así desaparecían. Rebeca Alarcón, quien busca a su hermana, relata que cuando vieron venir la camioneta, ellos ya sabían que tenían que arrancar, y salieron corriendo campo adentro y al saltar un portón, su hermana más chiquita no alcanzó y la atrapó la monja en el aire”, detalló.

La ñublensina Rebeca Alarcón (42) aún carga con impotencia en su conciencia esa imagen, como un fantasma que asedia en una pesadilla. Si bien recurrió a la PDI antes, hace dos años comenzó la búsqueda de su hermana mediante la ONG, la que hasta ahora no ha podido encontrar. Ella hoy vive en Santiago y relata que su hermana fue secuestrada a los tres años, y que su madre, maestro carpintero y con apenas con saber escribir, golpeó innumerables veces las puertas del hogar donde trabajaba la religiosa, y solo recibía excusas. Nunca más volvió a ver a la niña.

El camino que ha tenido que recorrer Rebeca ha sido pedregoso, ya que ha recibido amenazas, sin embargo, ella no está dispuesta a callar.

“Siempre nos decía que no la podíamos ver, porque estaba resfriada y enferma. Después nos cerraron las puertas, no nos dejaban entrar. Mis padres quisieron iniciar acciones legales, pero usted sabe que antes no era como ahora, y como mi mamá a penas sabe firmar, con eso le digo todo. Soy de una familia pobre y de campo, no teníamos los medios. (…) Esto es triste, yo sé que mi hermana existe y quiero saber de ella”, expresó.

En este caso, “Nos buscamos” permitió a Rebeca realizarse un examen de ADN gratuito, muestra que ingresó a un banco de ADN internacional, la que pretende ser compatible algún día con la de su hermana, si es que ella decide someterse alguna vez a este proceso.

“Si tú te haces la toma de la muestra, ingresa a un banco mundial y por un extraño motivo tienes un hermano o un primo, va a aparecer. No es solo para madres y padres, si tú te mueres tu muestra permanece ahí. Además, trabajan con páginas muy parecidas a Facebook, es fácil de leer. Ella se hizo el ADN, pero no ha parecido nada aún y sigue latente por si entra alguien. Ella tiene la esperanza de que su hermana inicie la búsqueda por su lado”, expresó Constanza, quien anunció que viajará este año a Bélgica, y ya están trabajando con la Cancillería y las embajadas, tratando que los gobiernos conversen sobre el tema.

La Discusión intentó sin éxito establecer contacto con el Hogar Nuestra Señora de la Paz.

El caso de Rebeca se contrasta con la historia de Sara Riquelme Burgos, quien tendría domicilio en Chillán. Ella logró encontrar a su hermana, ya que ésta inició la búsqueda desde Bélgica.

Proceso judicial

En 2016 la ONG abrió un proceso judicial con el ministro Mario Carroza por denuncias de tráfico y adopciones irregulares de niños.

“Hoy llegan a más de 750 víctimas, o sea, personas que han dado sus testimonios, no solo de Chillán, sino en Chile, en todos los hospitales públicos se traficaron. Lamentablemente, la justicia tarda y en estos casos no va a llegar, porque hay mucha gente de poder involucrada (…) El ministro botó la causa y la tiene el ministro Jaime Balmaceda, lo que me parece extraño”, comentó.

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