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Agricultura resiliente

Pese a la situación económica derivada de la pandemia, el sector agropecuario ha demostrado dinamismo y resiliencia ante las adversidades que se han presentado en todo el mundo.

Lo anterior, sin dejar de desconocer que en los últimos dos años el agro también ha tenido que hacer frente a problemas climatológicos y alza de precios en sus insumos. Por lo que trazar la ruta de convertirnos en un polo agroalimentario no ha sido tarea fácil, pero es un sueño que aún está vigente.

No son pocos los que plantean que Ñuble tiene el potencial para convertirse en la primera región agrícola del país, lo que también impone ciertos desafíos, como el mejoramiento de la infraestructura para la competitividad y la mejor focalización de los recursos en políticas que contribuyan a potenciar el rubro.

Lo bueno es que hoy existe un consenso que concierne a todas las puntas del iceberg, desde el Gobierno, empresa privada, gremios y hasta nuestros productores: y es que el campo se debe tomar en serio, apoyar su desarrollo productivo y mejorar su competitividad.

Desde el punto de vista de la política pública, una mayor descentralización abre la posibilidad a los actores locales de focalizar los recursos de inversión y gasto público asociados a la región que tiene la mayor población rural (31%) de Chile, y la que tiene registradas más explotaciones agropecuarias y forestales. Y si su contribución se toma desde el punto de vista del PIB Ampliado de la Agricultura, que además de la actividad agrícola, ganadera y forestal, incluye los encadenamientos productivos y la prestación de servicios que rodea a la actividad -que en Ñuble son muy superiores a la media nacional- el PIB agrícola se empina en cerca del 60% y se convierte en el factor más determinante para la economía regional.

Igualmente, la región exhibe el mayor volumen de producción diversificada del país, con una superficie sembrada de más de 70 mil hectáreas de cultivos tradicionales y un progresivo e importante aumento de la superficie frutal, que se aproxima a las 25 mil hectáreas. Aquí también se concentra la mayor superficie agrícola certificada orgánica de Chile.

Este valor netamente agrario se incrementa a partir del transporte a los centros comerciales, su industrialización, los márgenes de comercialización y, en cada caso, los costos de cada eslabón de la cadena, hasta alcanzar su valor final. Tal descripción conlleva un componente social: el empleo. Según datos del INE, la producción agrícola suma 45.000 puestos de trabajo en la etapa primaria y 57.000 en la secundaria. En suma, el agro regional es generador de riqueza, tecnología, comercio exterior y empleo, entre otras contribuciones que deben ser aquilatadas por quienes tomen las próximas decisiones de políticas públicas para desarrollar todo su potencial y desempeñar el trascendente rol de impulsor de la economía regional que debe tener. 

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